Vida sostenible cuando vives en casa de tus padres

Vida sostenible cuando vives en casa de tus padres

Es posible que estés en esta circunstancia: vives en casa de tus padres y quieres llevar una vida sostenible, pero no puedes hacer todo aquello que quisieras porque… ¡vives en casa de tus padres!

¿Crees que todo está perdido? ¿Que tendrás que posponer todo hasta que te independices? Yo creo que no… 

Una de las cuestiones que más me han comentado en 2017 cuando he preguntado «¿qué es lo que más te cuesta al llevar una vida sostenible?» ha sido precisamente el qué hacer cuando se vive en casa de los padres. Cuando se vive en casa ajena, por más que sea la casa propia, parece que no hay más remedio que hacer ciertas cosas de una determinada manera. Y es cierto que siempre hay unas normas que quizá no hayas puesto tú, pero eso no quiere decir que no sea posible actuar a favor del medio ambiente en según qué ocasiones.

Hasta hace poco yo estaba en esa misma situación y supongo que, de una manera o de otra, he ido reflejando eso en mis escritos, de manera que muchas me habéis escrito para comentarme que, viviendo en la casa de vuestros padres, había muchos gestos y cambios hacia la vida sostenible que no podíais hacer.

Por ejemplo, cuando se vive en esta circunstancia no sueles ser tú quien hace la compra para llenar la nevera ni los estantes de productos a granel, como te gustaría; tampoco cocinas tú en la mayoría de los casos, ni eliges la compañía que suministra la energía en tu casa, ni puedes comprar muebles de segunda mano porque la casa suele estar ya amueblada, etc. Podría seguir con ejemplos, y seguro que tú también.

Sin ánimo de entrar en por qué cada uno vivimos con nuestros padres hasta qué momento, que no es el tema ni mucho menos, he de decir que, efectivamente, parece que hay un mundo de posibilidades ahí fuera y que, cuando vives en la casa familiar, no puedes hacer. Innegable. Y eso que sólo me estoy refiriendo a la una vida responsable con el planeta… No obstante, hay tanto que sí puedes hacer que merece la pena, al menos, intentarlo.

Empieza por lo que puedes hacer

Si te encuentras en esta situación es importante que recuerdes que sólo puedes cambiar aquello que está en tu mano. Lo que no depende de ti, no está a tu alcance, aunque hay maneras de aproximarte a tus objetivos, como veremos luego. Pero primero, y como yo pienso y digo siempre, mejor empezar por donde puedes.

¿Y qué es lo que puedes hacer cuando la gestión de una casa no depende de ti?

Se me han ocurrido algunas cosillas…

#1. Puedes llevar siempre las bolsas reutilizables cuando vayas a comprar, aunque sea en familia.

#2. Si tú haces la compra en algún momento puedes elegir lo que llevas a casa. Siempre dentro de los gustos, costumbres e incluso de los límites económicos de tu familia, hay opciones más saludables para el planeta que otras.

#3. En esos casos, y aunque sea sólo en esos, incluso puedes elegir dónde compras, para no dar siempre de comer a los mismos enormes supermercados.

#4. En aquellos momentos en que seas tú quien cocina, aunque sea sólo para ti porque no hay nadie más en casa, puedes elegir hacer platos sin carne, por ejemplo, o que utilicen productos frescos que has comprado en la verdulería. Sí, es sólo un plato, pero es un plato más saludable para ti y para el planeta, y no has desaprovechado una oportunidad de hacer vida sostenible.

#5. En lo que sí tienes opción, al menos, es en los tentempiés y bebidas que consumes… ahí también hay muchos envases de plástico, y sí que puedes cambiarlos por opciones con menos residuos.

#6. Evitar el desperdicio de alimentos también está en tu mano. A veces yo me sorprendo de la cantidad de comida que veo desperdiciar a gente muy joven. Se trata de una cuestión medioambiental y de justicia social.

#7. También puedes elegir los cosméticos que utilizas, porque son parte de tu higiene personal. Puedes hacer unos sencillos cambios en el cuarto de baño en cuanto se te acabe lo que estás usando.

#8. Puedes elegir hacer otro tipo de regalos cuando alguien cumpla años.

#9. También tienes la oportunidad de vestir de manera sostenible y respetuosa con el planeta. Puedes utilizar tu ropa hasta que la gastes, heredar alguna prenda que alguien de tu familia ya no usa, etc. En esto pasa como con los productos de higiene, sólo depende de ti.

#10. Eso por no hablar de tu forma de consumo, en general. Vivas donde vivas, en casa de tus padres o en la tuya propia, es algo que puedes evaluar y, en su caso, mejorar.

#11. En todo lo que dependa de ti puedes decir que no a productos de usar y tirar. En una fiesta con amigos, o cuando tú organices alguna celebración en casa, o cuando compres comida en las tiendas, etc.

#12. Puedes ser responsable del consumo eléctrico y energético de tu propia habitación y, por supuesto, del resto de la casa cuando sólo estés tú o cuando veas que se consume de forma completamente innecesaria. No necesitas permiso para ir apagando luces que sabes que están encendidas de más, por ejemplo.

#13. Y también eres responsable directo que los minutos que te pasas en la ducha con el grifo abierto. Haz que sean sólo los minutos necesarios.

#14. Puedes tener una taza reutilizable para consumir el café que compras para llevar en la cafetería de la universidad o de tu centro de trabajo.

#15. Si aún eres estudiante, puedes ahorrar mucho papel escribiendo en las dos caras del cuaderno, imprimiendo sólo los apuntes necesarios o haciéndolo de manera que se consuma menos papel, usando aquel papel ya impreso para notas y borradores, etc. Esto siempre es un buen consejo, aunque no estudies ya,

#16. Obviamente, también puedes reciclar: hoy en día son una amplia mayoría las familias españolas que reciclan en sus casas, y tú puedes ser quien lleve la voz cantante en eso.

#17. Puedes elegir no cambiar de móvil cada dos por tres, como parece que está de moda desde hace algunos años. Es más, puedes apostar por cuidar tus aparatos electrónicos (ordenador, lector electrónico, cámara de fotos, etc.) para que duren más, de manera que no sea necesario cambiarlos tan a menudo y puedas ir venciendo poco a poco a la obsolescencia programada.

#18. Puedes elegir una ONG para colaborar, ya sea o no medioambientalista. La vida sostenible también cuida de los otros.

#19. Y, además, puedes hablar a través de tu ejemplo, que al fin y al cabo es lo que importa.

Ya ves que la lista no es pequeña…

Sí, es cierto, no puedes elegir el detergente que se pone en la lavadora, ni qué frigorífico de bajo consumo se compra, ni tampoco otras cosas como las que enumeraba más arriba, pero oye, tienes posibilidades de actuar.

La familia receptiva

Puede ser que, aunque vivas en casa de tus padres, tu familia esté en la misma onda que tú. Bueno, quizá no en la misma onda al 100%, porque a lo mejor tú quieres llevar a cabo cambios más drásticos, o que a ellos no les parecen bien, pero es una familia que se siente comprometida con el planeta y quiere colaborar, en la medida de lo que pueda o en lo que se sienta cómoda.

Antes de nada, déjame decirte que si estás en este caso estás de suerte. Tu familia es receptiva a tu sensibilidad por el cuidado y el respeto al planeta, lo que quiere decir que tiene posibilidades de hacerse eco de todo lo que tú hagas a través de tu ejemplo.

Si tu familia es receptiva verás que aprecia tu opinión sobre estos temas, y alguna vez te sorprenderá con cambios que no sospechabas que pudieran llegar a hacer.

Mira, hace unos años mis padres compraron una compostera, en principio para compostar los restos de broza y de plantas de arreglar el jardín. Luego mi abuelo les dijo que aquello iba a ser un compost un poco pobre si llevaba en un 80-90% césped. Así que empezamos a apartar los residuos compostables de la cocina en un cubo, y ahora eso también se echa a la compostera. Te lo cuento todo en mi artículo Cómo hacer compost en 5 pasos. Es un cambio que se produjo de manera muy natural, pero cuando lo recuerdo no dejo de sorprenderme por ese paso que dimos.

Nunca se sabe, puede que algún día tus padres te pregunten qué compañía eléctrica consideras más responsable porque van a cambiar el suministro. De verdad, nunca se sabe…

Cada uno tenemos un ritmo

Esto me gusta mucho recordarlo y recordármelo. Unas veces me siento menospreciada por aquellos que se creen que llevan una vida mucho más sostenible que la mía (supongo que, como humanos que somos, quizá tendemos a pensar que tenemos la verdad absoluta y que los demás se equivocan). Otras veces, en cambio, me veo tentada a mirar por encima del hombro a quienes aún no han hecho algunos cambios que a mí ahora, muchos años después, me parecen básicos. No me gusta reconocer esto, pero a veces me pasa, sobre todo cuando se trata de gente que considero cultivada y responsable.

Por eso te lo recuerdo: cada uno tenemos un ritmo, y tu familia también. Si tu familia no es tan receptiva como te gustaría, ten paciencia. A menos que piensen justo lo contrario que tú, no puedes tirar aún la toalla de que te entiendan y te comprendan.

Quizá no puedas hacer que ellos cambien su vida por completo y que se transformara en la vida que tú quieres, pero… ¡es que es la vida que tú quieres! No la que ellos quieren.

Cuando puedas tener tu vida 100% tuya, en tu lugar, en tu espacio, con tus decisiones, obra como mejor consideres, cuanto más responsable para el planeta, mejor.

Pero a veces para algunas personas llevar a cabo ciertos cambios ya es una proeza, por muy básico que a los demás nos pueda parecer. En mi opinión (y es sólo mi opinión) esos momentos son de aplauso por la grandeza que significan, no de censura por lo pequeños que nos parecen.


Durante todo el tiempo que he estado viviendo en casa de mis padres he aprendido de ellos, y quizá ellos de mí. En los últimos años estoy segura de que así ha sido.

Esto es un ir avanzando poco a poco, unas veces más rápido, otras menos, pero siempre con perseverancia. Había unas cosas que no podía llevar a cabo, pero otras sí. Sí, lo sé, sería mejor si todos llevásemos una ejemplar vida sostenible, pero el hecho es que no es así, y eso es lo que nos permite avanzar.

Cuéntame:

¿Eres de las lectoras que viven en casa de sus padres?

¿Cómo haces para poder llevar la vida que quieres y hacerlo lo mejor posible?

¿Encuentras más obstáculos además del «es que no es mi casa, y por eso no puedo hacerlo»?

¿Crees que hay alguna cosa que sí puedas cambiar pese a no vivir en una casa propia con tus propias reglas?

94 comentarios

  1. Hola! Bueno yo no vivo en casa de mis padres pero este verano pasé dos meses con ellos. Y conseguí (a base de ser un poco pesadita) q reciclásemos papel, plástico y vidrio. Pero lo mejor, que una fiesta q dieron mis padres y en la que mi madre quería poner todo de usar y tirar, al final se sirvió en vasos y platos de verdad! También convencí a mi madre para que hiciésemos conserva de tomates y para que haga las judías verdes en la olla en lugar de comprarlas ya cocidas. Son pequeños cambios, pero todo suma!

  2. Me ha encantado este artículo Irene, me siento muy identificada con todo lo que comentas, la verdad que no hay excusas cuando vives con tus padres. .. y si no puedes hacer todo seguro que se puede hacer algo, yo hace poco también les cambie la compañía eléctrica. .. y además que se han ahorrado unos euros de energías renovables…
    Es poco a poco y sobre todo no desistir…

    Gracias por este artículo

    1. Hola, Rocío, muchas gracias por tus palabras y por contarnos tu experiencia. Seguro que leyéndote muchos más jóvenes se animan, ¡podemos hacer mucho, aunque sea en la casa familiar! Un abrazo, 🙂

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *