Echando la vista atrás he visto que ya llevo más de dos años escribiendo en este blog, y algunos más desde que me di cuenta de que había que esforzarse por hacer las cosas de forma más amigable para el planeta.
En todos estos meses me he dado cuenta de que en el mercado hay muchos productos que son ecológicos pero… que en realidad no lo son tanto. El otro día lo comentaba con una compañera de la oficina, porque es que en mi oficina da gusto trabajar. Hay que andarse con ojo con todo lo relativo a lo ecológico porque igual se nos va de las manos…
Y ya no podía esperar más para escribir este artículo.
Antes de seguir, un pequeño comentario sobre mí. Yo no soy una experta en productos ecológicos. Consumo muchos menos de los que me gustaría y a mi cesta de la compra le falta mucho para ser 100% eco; te contaba los motivos de esto en la segunda entrega de «mi (im)perfecta vida sostenible». Lo que pasa es que creo que esto son cosas de sentido común y que puede ver cualquiera… No obstante, agradezco tu opinión si quieres dejarme un comentario abajo.
Razones para apostar por lo ecológico
Hay múltiples razones para comer productos ecológicos (o dicho de otra forma, a mi alrededor encuentro varios motivos para consumir este tipo de productos):
- Por razones de salud (exclusivamente): por todo esto de desintoxicar el cuerpo, porque son alimentos con menos productos químicos nocivos, porque se dice que sientan mejor y que tienen mejores perfiles nutricionales, porque de forma recurrente entramos en una serie de modas relacionadas con ciertos alimentos, etc.
- Por motivos medioambientales: que son esos por los cuales se reconoce que la producción ecológica y respetuosa con el medio ambiente no sólo es sostenible a corto plazo sino que, además, puede serlo en el futuro. Entonces se consumen productos ecológicos por convencimiento.
- Por supuesto, existe una tercera vía que es el consumo de productos ecológicos por ambas razones, ya sea en un sentido o en otro. Es decir, se pueden consumir por motivos de salud, y ya de paso añado los beneficios medioambientales; o también por motivos medioambientales, dándome cuenta de que dejo de consumir muchos productos innecesarios a mi cuerpo.
Llegados a esta parte del artículo, aquí es cuando opino yo (lo que quiere decir que esto no es información contrastada, ni tiene un estudio detrás, ni nada por el estilo). Ahora mismo estamos en un punto en el que no sólo consumimos producto ecológico por motivos de salud, o medioambientales, sino que además nos centramos en aquellos productos nuevos, exóticos, con propiedades nutricionales maravillosas y concentraciones de minerales nunca vistas.
Y yo creo que lo que pasa cuando se consume así es que se prima el producto ecológico por encima de todas las cosas. En mi opinión esto no siempre es bueno.
Productos eco… que no lo son tanto como parecen
No quiero ser malinterpretada: el producto ecológico es maravilloso, no solo para el planeta sino también para nosotros. Principalmente porque esto está todo encadenado: si es bueno para el planeta es bueno para ti y para mi, y eso sin tener en cuenta otros factores que puedan hacerlos productos más recomendables.
Simplemente pienso que todo tiene un precio, y ciertos productos ecológicos también lo tienen, y muchas veces no son la mejor opción.
Hay una enorme variedad de productos ecológicos que vienen de muy lejos.
Junto a los productos ecológicos que se cultivan en huertas de la zona, o que venden en fruterías y verdulerías o que se reparten en los grupos de consumo de huertas ecológicas, hay otra gama de alimentos que suele llegar a nosotros después de un viaje muy largo.
Son esos productos de nombres extraños, que no hemos oído nunca en nuestra tierra, y que de repente se ponen de moda. Como el alga espirulina, el açai o las bayas de goji (he tenido que buscar el nombre en internet porque dudaba entre este y el de un conocido oso de dibujos animados).
Pero también son productos que conocemos pero que provienen de otros países, a veces del otro lado del océano. Las almendras y otros muchos frutos secos, por comentarte algo sencillo.
Hay otros productos ecológicos que se venden muy empaquetados.
Algunas veces coinciden con los anteriores precisamente por que vienen muy lejos, pero no necesariamente. En ocasiones esos productos se envasan más cerca de ti aunque la materia prima venga de lejos.
Lo habrás visto en herbolarios y tiendas especializadas: muchos productos ecológicos vienen en sobres de plástico o de aluminio. Pese a ser de agricultura ecológica generan muchos residuos.
En cualquiera de estos dos casos no se trata de productos muy sostenibles.
Entonces, ¿cómo compro ecológico?
Como te decía más arriba, mi cesta de la compra no se compone al 100% de producto ecológico, ni mucho menos. En cambio me he dado cuenta de que cada vez son más los productos que añado a la lista, los que intento comprar de una forma más sostenible y los que rechazo, que también los hay.
Existen algunos trucos para comprar ecológico y no caer en las modas ni generar demasiados envases.
Puedes comenzar por algo muy sencillo…
#1 – Mentalízate de que los productos de tierras lejanas que se ponen de moda no tienen por qué ser la base de una dieta sana y sostenible.
No soy nutricionista (otra vez pidiendo disculpas) pero me imagino, y seguro que tengo razón, que no es necesario recurrir a ellos para llevar una dieta suficientemente equilibrada y sana en España o en cualquier otro país. Claro, yo escribo desde España, pero si vives en Latinoamérica seguro que hay productos que cruzan el charco a la inversa.
No dudo de las preciadas cualidades nutricionales de esos productos, pero hay alimentos locales, o de mayor proximidad, que cubren tus necesidades de sobra. (Y si temes que esto no sea así, es que hay algo que no estás haciendo bien…).
#2 – No es necesario que camines en el otro extremo si no lo deseas.
Puedes comer, de forma esporádica, productos de ese tipo. Es lo que he hecho yo con la quinoa, que me encanta, pero he moderado mucho su consumo. Llegó un momento en que conocí los efectos que estaba teniendo el cultivo masivo de quinoa en el origen (a nivel de explotación laboral y comercio justo, sobre todo) cuando se popularizó su consumo en Europa; ahora pongo mucha más atención en qué producto compro y de dónde viene, y lo consumo menos.
Otro ejemplo, para seguir ilustrando este punto, es el aceite de coco, que es uno de mis favoritos para cuidar mi piel, pero que consumo muy poco porque no es un producto de proximidad (actualmente no utilizo ni un bote al año, porque lo he sustituido por otros cuidados).
#3 – Elige productos a granel, o en su defecto con el menor envase.
Parece imposible conseguir esos productos ecológicos sin empaquetar pero estoy segura de que si buscas, lo encuentras. En Granel Madrid, por ejemplo, tienen mucha variedad, tanto de lo local como de lo más exótico (setas, especias, legumbres, sémolas, semillas, harinas, ¡y hasta quinoa española!). [Esta no es una entrada patrocinada. Soy clienta y me gusta mucho cómo trabajan y la calidad de los alimentos que venden, ¡no podría recomendarlos si no fuera así!]
#4 – Tampoco menospreciemos los productos kilómetro 0.
Si acabas de llegar te comento: se conocen como kilómetro cero aquellos productos que proceden de un radio de 100 km a la redonda (o menos) desde el lugar en el que estás. Por supuesto, dentro de esos 100 km cuanto más cerca mejor. Tienes más información en este artículo de archivo de La Hipótesis Gaia: Qué son los productos kilómetro 0.
Sé que no son lo mismo que los productos ecológicos, pero te propongo una cosa: sopesa el impacto ambiental de traer algas de vaya usted a saber dónde y el de comprar acelgas al hortelano de tu pueblo, aunque no tengan sello eco.
Lo comento porque a veces las cosas son mucho más sencillas de lo que parecen. Ojalá todos nuestros agricultores cultivaran productos ecológicos, ojalá, pero un producto que viene de al lado ya es mucho más sostenible que cualquier sobre de algas desecadas del otro lado del mundo, por mucho sello que lleven.
Evitar todos esos productos que parecen muy ecológicos pero en realidad no lo son está en tu mano. En realidad esto siempre ha sido así, igual que pasa con el resto de productos del supermercado.
Leer las etiquetas, fijarse en la procedencia de los alimentos, elegir el que menos impacto pueda tener y tomar decisiones todos los días es lo menos que podemos hacer para ser consumidores responsables.
Yo te he contado mis anécdotas con el aceite de coco y la quinoa… ahora es tu turno.
¿Cuál es ese producto que tú compraste y luego no resultó tan eco como parecía?
¿Qué aprendiste de eso?
¡Comparte! Cuantos más lo sepamos más información tendremos cuando hagamos nuestras compras.
Hola Irene,
Qué artículo tan interesante y desde luego…cuánta razón!
Estoy muy de acuerdo contigo en algo que comentas en varias ocasiones a lo largo de tu artículo: no hay nada más ecológico que cenar judías del huerto de tu abuelo. Y es que esto suena a perogrullo, pero es totalmente cierto, que detrás de lo ecológico, se ha creado mucha moda que lleva a situaciones a veces un poco absurdas. No tiene sentido ir a una tienda especial a comprar naranjas ecológicas cuando eres de un pueblo Valenciano y tu vecino tiene un naranjo.
Hace un tiempo tuve una experiencia con un producto ecológico. Una amiga, que está bastante concienciada con este tema, aunque más bien con la alimentación. Y un día me dijo que le habían dado quéfir. en su herbolario. Es muy curioso esto del quéfir, porque se crea una especie de comunidad, porque la gente se da uno a otro, sin cobrarse, y además de sus propiedades digestivas tan sumamente buenas y para el sistema inminulógico(no sé la verdad es placebo, pero mi experiencia es que resulta beneficioso realmente), a nivel biológico es también muy interesante, porque ves literalmente crecer ese ser vivo, es algo que vas cuidando cada día, es muy curioso. Es algo que sin duda recomiendo. El caso es que el mío ya murió,porque estuve unos días fuera, o algo similar, después de un largo tiempo cuidándolo y tomándolo. Y después, como es dificil de encontrar, mucha gente me decía que estaba en preparados en los supermercados?Pero sabes qué??ese es un claro ejemplo de algo aparentemente ecológico pero que verdaderamente no lo es tanto. No tiene naada que ver con el verdadero quéfir!!!Tan envasado, como tú apuntas…
Y la leche también considero que es un pequeño ejemplo de eso!Me parece altamente positivo que se hayan desarrollado diferentes tipos de leche, que se adaptan a las posibles intolerancias de la gente, pero…¿No estamos de acuerdo en que se está creando un poquito de psicosis con la leche?Algo que sin duda hemos tomado toda la vida!Y nuestros antepasados mucho más??
Por cierto muy interesante eso de los productos kilómetro 0, es algo que además para muchos de los no entendidos sobre ecología es bastante poco conocido!!
Un besote
¡Hola Carmenchu!
Gracias por tu comentario y por las cuestiones que pones sobre la mesa.
La verdad es que lo de las situaciones absurdas es tremendo… Isabel de LA HIPÓTESIS GAIA está retratando en sus redes sociales muchos de estos envases absurdos. Por si quieres echarle un ojo.
Te debo un mail, no se me olvida.
Un abrazo 🙂
Hola!
Muy bueno el artículo. La verdad es que llevo algún tiempo dándole vueltas a esto que comentas. En concreto desde que he empezado mi vida «cero residuos». Muchas veces no sé si elegir los productos ecológicos o los que tengan menos envases. Es una contradicción que un producto ecologico esté envuelto en plástico. Al final hago, comontaña tú bien dices: aplicar la lógica.
¡Hola Elia!
Efectivamente, a veces no sabes por dónde tirar.
Desde luego que la lógica impera cuando uno lo piensa tranquilamente, pero esto de ser consumidor responsable es darle mucho a la cabeza. No está mal, pero a veces yo agradecería que los que venden también fueran responsables 😉
Muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo,
Hola Irene.
Te comento que yo tengo cierto trauma con la alimentacion, con los batidos saludable a base de polvos de vayase a saber que ingredientes, aparte de que me resultan algo costosos deje de comprarlos porque no son ni remotamente cercanos a donde vivo, ademas creo que no hay nada mejor que lo natural, vivir a base de leche vegetales en tetrapack y suplementos o polvo alimenticios ya no me parece de lo mas adecuado, intentare cocinar mas y con mas variedad de la que tenga disponible por aqui cercas.
Un saludo.
¡Hola Alicia! Gracias por tu comentario.
Lo de las mezclas de ingredientes para batidos es una locura porque tienes razón, son de lugares remotos y tienen un precio de oro.
Me alegro de tu cambio de estrategia, seguro que lo notas en muchos aspectos.
Un abrazo,