Estoy a punto de presentarte un proyecto que merece la pena que vea la luz. Es una revista sobre vida sostenible, y por eso creo que te interesa. Pero primero déjame que te cuente la razón de que hoy esté escribiendo estas palabras, a lo mejor tenemos esto en común también.
Me ha pasado tantas veces que me imagino que a mucha gente igual. Por eso te cuento esta historia. Voy al quiosco con el ánimo de comprar alguna revista de los temas que me interesan, y encuentro poco, la verdad.
Más allá del dolor de ver revistas que no enriquecen mucho (si bien es verdad que tampoco hacen daño) me doy cuenta de que lo que me llama la atención, lo que me hace palpitar el corazón, lo que me apetecería saber, los temas sobre los que quiero leer, las inquietudes que tengo, apenas están representados en las revistas que encuentro en las puertas desplegadas del quiosco.
En el epílogo del libro Nada del otro mundo, Antonio Muñoz Molina decía:
«Los directivos de los periódicos españoles viven con la extraña convicción de que el mejor público posible son las personas a las que no les gusta leer, lo cual es casi como que los bodegueros enfocaran sus vinos a seducir a los abstemios.»
Él se refería al ámbito de los relatos, que han desaparecido de las publicaciones periódicas, pero yo encuentro esta cita especialmente interesante en mi búsqueda de publicaciones que me interesen. Ni siquiera la extensión y la profundidad de los artículos de las mejores revistas comerciales me satisface del todo, porque parece, efectivamente, que están pensadas para gente a la que no le gusta leer.
Me gusta sumergirme en un buen artículo, no me importa si es muy largo o si casi parece un ensayo, siempre y cuando me enseñe algo y yo aprenda. Por eso cuando veo un tema apasionante en una revista y luego leo apenas dos o tres columnas me da un poco de pena. No me importaría pasar 5 páginas más si pudiera.
Pero los tiempos mandan, parece. E incluso cualquiera hoy en día prefiere un carrousel en Instagram con cuatro frases clave que resuman un buen artículo antes que pararse a leer un texto bien escrito y apreciar los matices.
Por eso, quizá, en los quioscos no encuentro lo que busco.
En los últimos años he visto revistas que me daban esperanza, ediciones raras, que se encontraban en pocos lugares, publicaciones «para iniciados» que sabían dónde dar con ellas. Al alcance de mi mano, chica de barrio como soy, de extrarradio más bien, no estaban.
Había que ir por las tiendas más «cool» del centro, perderse por las calles más especiales, las que no están en mi circuito habitual de casa-trabajo-casa, para encontrar rarezas como esas.
Y aun siendo revistas diferentes a la mayoría de lo que encontrabas a pie de calle, y aun teniendo intereses tan dispares como los que yo tengo, no todas me interesaban, ni mucho menos.
Hace años Cristina Camarena ya creó aquella preciosa Kireei a la que me uní demasiado tarde. Era un revista envuelta en un halo de cuidado y delicadeza, era una revista de las cosas bonitas, de las creaciones hechas con cariño. Se notaba en cada página.
Hace algo más de un año ella misma dio a luz a la revista PANTERA, que si bien está dedicada a la infancia que va a salvar el planeta, una vez que la tienes en la mano te das cuenta de que no tanto. Lo que cuenta, y cómo lo cuenta, sirve a cualquiera, pero por algún lado hay que empezar.
En PANTERA (número 3), por cierto, he tenido la oportunidad de escribir un artículo sobre desplazados climáticos, otra de las cosas que me importan y me preocupan en este momento.
Ahora, y de la mano de esta misma editorial, está a punto de nacer la revista que quiero leer, que quiero comprar y de la que quiero aprender: la revista BALMA, una publicación sobre cultura regenerativa y vida sostenible. Ahora es el momento en el que te frotas los ojos, lees de nuevo la línea anterior, sonríes y vuelves a esta palabra.
Sí, has leído bien, una revista sobre muchos asuntos de los que nos interesan.
A ti y a mí, que nos interesa el estado del planeta y que cada día nos levantamos pensando qué podemos hacer mejor, en qué será lo siguiente que aprendamos, nos viene de perlas una revista como esta.
En BALMA se hablará del cambio que ya está operándose en el mundo, porque no estamos solas. Hay mucha gente sentando las bases de un mundo sostenible, ladrillo a ladrillo, piedra a piedra, por pequeña que sea. Y la revista BALMA será el lugar en el que se cuenten esas historias.
La revista que te describo todavía es un sueño. Un sueño que parece que se acerca, sí, pero un sueño al fin y al cabo.
Revista BALMA está en un proceso de microfinanciación en la plataforma Goteo. Esto quiere decir que si logra el objetivo la revista saldrá adelante y podremos cogerla en nuestras manos, disfrutarla, leerla en casa, en el metro, en el parque o en el bosque.
Pero si no se alcanza el objetivo nos despertaremos de esto, sin más, y el mundo seguirá girando, con la única pega de que no podremos ir a comprar BALMA a ninguna web, y por supuesto a ninguna tienda.
Si alguna vez te has sentido como yo, en busca de esa revista de la que aprender algo, que realmente diga algo más que lo de siempre y, en este caso, que además cuide el planeta, puedes suscribirte a la revista BALMA para hacer este sueño realidad.
👉 Suscríbete a revista BALMA, una publicación sobre cultura regenerativa y vida sostenible.
No se trata de un enlace afiliado. Yo formo parte del proyecto Savanna Books (que editará esta revista), por eso te lo presento con corazón y con confianza.
Hay muchas recompensas diferentes para los suscriptores de la revista. Si me lees y eres una empresa y quieres ser gran financiadora de este proyecto, también hay lugar para ti.
Sí, en revista BALMA hay lugar para todos los que queremos dejar una huella de cuidado en el planeta.