Recientemente un lector que acababa de entrar a formar parte de RECOLECTORA me escribió respondiendo a la pregunta que siempre hago a quienes se suscriben a mi lista de correo: ¿Cuál es tu obstáculo a la hora de llevar una vida sostenible?
C. me decía que él vive en un país en el que llevar una vida sostenible es impensable.
Es irrelevante el país desde el que me escribía porque, vivas donde vivas, estoy segura de que te has planteado lo mismo que C.:
- ¿Qué puedo hacer si para mí es imposible llevar una vida sostenible?
- ¿Cómo hacerlo cuando todo es tan caro, o tan lejano, o tan inaccesible?
Y estoy segura de que te has hecho esta pregunta porque, aunque poco a poco se habla más de este tema y se pone de manifiesto la necesidad de llevar una vida respetuosa con el planeta, yo misma veo muchas veces que los precios de muchos productos mejores para el planeta tampoco son aptos para mi bolsillo, o no tengo tiendas cercanas donde poder hacer las compras que me gustaría.
Hablemos primero del precio.
¿Está justificado que un producto respetuoso con el planeta tenga un precio mayor?
En ocasiones esos precios altos se deben a que las empresas se suben al carro del greenwashing (consulta este artículo de Esturirafi para más información). De esta manera aparentan ser más verdes de lo que son en realidad. Añaden un par de palabras mágicas al envase, y le cambian los colores y ahí lo tienes. Esto da como resultado supuestos productos sostenibles, que en realidad no lo son tanto, y que además son caros porque… (y esto enlaza con el siguiente punto).
Otras veces se encarecen los precios por un asunto de estatus, y esto es una estrategia real de marketing que funciona con esto y con otros muchos productos de lujo: si tu objetivo es un público exclusivo debes poner un precio que sólo puedan pagar unos pocos. Aunque sean sólo unos pocos ecologistas.
Lo que pasa es que no todo es blanco o negro, y en lo que respecta a los productos respetuosos con el planeta también hay zonas de gris, o que nos invitan a la reflexión.
El caso es que se da un hecho evidente: la producción con criterios medioambientales y sociales estrictos, es decir, buenos para el planeta y justos con las personas que lo habitan, es sin duda mucho más cara que aquella que no respeta la tierra, ni la materia prima ni a las personas trabajadoras. Eso, por tanto, repercute en el precio.
Calcula (a ojo) el coste de contratar de acuerdo a la ley a los trabajadores del campo, o textiles, frente al coste de no hacerlo o de subcontratarlo en países más baratos o con legislaciones más laxas, por ejemplo.
En el ámbito de la agricultura y los alimentos, además, hablamos también de riesgo económico: cultivar una parcela sin pesticidas quiere decir que puede que la cosecha no salga bien. El rendimiento tampoco está asegurado, puede haber plagas que afecten a la producción, etc. Esto, por supuesto, también repercute en el precio.
[Para profundizar sobre el tema del precio puedes consultar este artículo de Vivir Sin Plástico: ¿Es más caro comprar a granel?]
Por tanto, no siempre es injustificado que algunos productos realizados o cosechados con criterios aceptables para el planeta tengan un precio más elevado.
No obstante, esto no quiere decir que todos podamos pagarlos.
¿Qué aspecto tiene una verdadera vida sostenible?
Si crees que no puedes acceder a una vida más respetuosa con el planeta, quizá en parte se deba a la imagen que tienes de ese tipo de vida.
Antes de contestar a esta pregunta te voy a contar un secreto a voces: una buena parte de la imagen de la vida sostenible que tienes en tu mente está formada por lo que ves en redes sociales. Como pasa en el resto de aspectos de tu vida.
Te diría también que por lo que ves en la televisión, pero creo que ahora mismo es mucho más factible que consumas más horas de redes sociales que de tele.
Todas esas fotos de zumos verdes, jarras de cristal perfectas, bolsas de tela, tarteras de acero, jabones olorosos, ropa de fibras ecológicas, botes de spray con mezclas de vinagre y agua…
Esas imágenes han moldeado en tu cabeza lo que se supone que tiene que ser una vida sostenible. Y como es lo que piensas, a lo mejor consideras que, ya que la tuya no es así todo el tiempo, no es una vida sostenible de verdad.
¿Se puede llevar una vida sostenible si no puedo pagar o conseguir todos esos productos?
En ocasiones se trata del precio, pero otras veces es un asunto de disponibilidad.
Bien, aquí vienen las buenas noticias: tu cerebro, el que te ha dicho que no llevas una vida sostenible de verdad porque tu vida no es como las fotos de Instagram, está muy equivocado. Y menos mal.
Como le decía a C. en mi respuesta, llevar una vida sostenible no consiste en comprar todas esas cosas que se supone que son sostenibles, que están de moda y que, en ocasiones, son más caras.
Significa que dentro de tu día a día, en cada momento de elección que se te presenta, eliges la mejor opción para el planeta.
En la medida de tus posibilidades, claro, porque si no es sostenible económicamente para ti, no tiene ningún tipo de sentido.
Esto, por supuesto, no es una definición estándar de nada ni la he sacado de ningún libro. Simplemente es como yo entiendo las cosas.
Aplicando esta sencilla definición, y aunque hagas unas cosas mejor que otras: ¿consideras ahora que llevas una vida sostenible?
Siempre hay margen para la mejora.
Unas veces tu vida sí se parece a lo que has visto en las fotos de otros. Otras veces no. La mía la mayoría del tiempo no se parece en nada a lo que veo en las cuentas de nadie, y por supuesto no es perfecta. Pero ¿qué vida lo es?
Así que en este artículo quiero contarte una parte de lo que le conté a C.
3 claves para llevar una vida sostenible si los precios son altos o los productos son inaccesibles
#1 Prescinde de supuestos alimentos ecológicos o de moda
Me refiero a todos esos productos que se ponen de moda un tiempo, a los que se atribuyen propiedades casi mágicas o que, incluso teniendo esas magníficas propiedades, vienen de tan lejos que es imposible que sean sostenibles, estrictamente hablando.
Por ejemplo, se me viene a la cabeza lo de usar aceite de coco para cocinar en España. Una verdadera locura…
Lo que hay en tu zona, de temporada, es saludable y es perfecto. Y si además lo compras sin bolsa en las tiendas del barrio, o en los mercados semanales, ya es mucho más ecológico que cualquier alimento que se haya puesto de moda en el último mes.
Tienes más información en este artículo del archivo de RECOLECTORA: Cómo evitar esos productos que no son tan «eco» como parecen
#2 De primeras, no necesitas todos los recipientes y utensilios que ves en redes sociales
Algunos a lo mejor sí, claro, depende de la vida que lleves. Pero me atrevo a decir que puedes prescindir de una gran mayoría de cosas, de momento, y esperar un poco para ver si realmente las necesitas de verdad.
Para esto te propongo usar lo que ya tienes y darle el uso de aquello que quieres comprar, a ver si realmente lo necesitas y lo utilizas.
Yo estuve meses llevando mi té ya preparado en un tarro de cristal cuando iba a la oficina, y me di cuenta de que lo hacía mucho, así que pedí una de esas tazas térmicas por mi cumpleaños. Si no, ¿para qué iba a tenerla?
#3 Olvídate de renovar todo de golpe
Algunas personas que deciden llevar una vida sostenible hacen una tabla rasa y se desprenden de todo lo que tenían en su «vida anterior». Puede ser en el ámbito de la cocina, del aseo, de los productos de limpieza, de la ropa, o en varios a la vez.
Haz cuentas: si tienes que comprar todo de golpe porque vas a deshacerte de todo lo que tienes porque no encaja con lo que ves en las redes sociales, ¿cómo no vas a pensar que llevar una vida sostenible es caro?
Desde mi punto de vista (pero claro, es sólo un punto de vista de los dos que hay) esto es una locura porque supone un desperdicio enorme de recursos. Tiras a la basura objetos ya fabricados y a lo mejor en perfecto estado para hacerte con otros nuevos, sostenibles, sí, pero que también han consumido recursos para ser fabricados.
Mi consejo es que gastes lo que tienes y lo utilices todo lo que sea posible.
Cuando necesites reponer o renovar algo es el momento de elegir (lo que mejor puedas, por disponibilidad y precio).
Por supuesto esto es sólo mi punto de vista: el de alguien que también tiene que elegir dónde pone su dinero.
Pero creo, de verdad, que es posible llevar una vida respetuosa con el planeta desde lo más sencillo. Piensa, por ejemplo, en tus abuelos, cómo han vivido, cómo viven y cómo seguirían comprando si no fuera porque, poco a poco, nuestra forma de vida va cambiando.
Es posible vivir con menos, o de manera que se perjudique menos al planeta, con acciones diarias que a lo mejor no quedan igual de bien en las fotos de Instagram pero son efectivas. ¿Te cuento una de esas acciones? Yo he estado años guardando el agua fría de la ducha en un cubo para usarla luego en la cisterna. Ahí está el quid de la cuestión.
Espero haberte animado con este artículo.
Y espero que ahora mismo sientas que puedes ser parte del cambio, que en la próxima decisión que tomes harás lo mejor que puedas, y que pienses que a veces no todo es tan «eco» como parece, pero se puede ser «eco» sin parecerlo tanto…
Quiero dar las gracias a C. por mandarme esta pregunta por e-mail.
Cuéntamelo en comentarios:
¿Has pensado alguna vez que no podías llevar una vida sostenible por lo caro que era todo?
¿O hay poca disponibilidad de productos sostenibles, o a granel, donde tú vives?
¿Qué otras propuestas añadirías?