Los bosques que se plantan (y otra manera de hacer papel sin árboles)

Los bosques que se plantan, y otra manera de fabricar papel sin árboles

(…) Parecen soldados en fila los pinos y los eucaliptos de exportación, que marchan rumbo al mercado internacional.
Fast food, fast wood: los bosques artificiales crecen en un ratito y se venden en un santiamén. Fuentes de divisas, ejemplos de desarrollo, símbolos del progreso, estos criaderos de madera resecan la tierra y arruinan los suelos.
En ellos, no cantan los pájaros.
La gente los llama bosques del silencio.

Extracto de Mudos, de Eduardo Galeano

He comenzado a investigar sobre este artículo escribiendo en lo que yo llamo mi «cuaderno de investigación», que es un cuaderno sencillo, sin nada particular, grande y de cuadros. No es mi cuaderno predilecto, pero contiene temas tan interesantes que pudiera llegar a serlo.

En ese cuaderno nada especial apunto los datos que recolecto semana a semana, lectura a lectura, para cada artículo que lees en este blog.

Mi cuaderno se ha hecho con agua y árboles, principalmente. El proceso productivo es más complejo que todo eso, pero agua y árboles son los ingredientes principales de lo que tengo entre manos.

Para escribir este artículo comienzo estudiando qué hace falta para fabricar papel, qué propiedades tiene, su tasa de reciclaje, el impacto ambiental de su fabricación… Todo me interesa, pero llego a un punto en el que me detengo: me encuentro con el término «bosques controlados».

Sigo leyendo, obviamente esto acaba de dar un vuelco: he encontrado el hilo del que tirar, esa veta en la madera. ¿Qué quieren decir con esta expresión?

A estas alturas de todo lo único que puedo asegurar es que, cuando una abre un cuaderno, las cosas no han hecho más que empezar.

Las plantaciones de papel

Para hablarte de los bosques controlados necesito esbozar primero alguna pincelada clave de este negocio. La industria papelera es una bioindustria: esto quiere decir que basa su producción en un recurso natural renovable, en este caso los árboles.

Se consideran renovables porque, una vez talados, se pueden volver a plantar más. Estos nuevos árboles se convierten, al crecer, en más madera y más pasta de papel. La dinámica que te describo ha llevado a crear las llamadas «plantaciones de papel»: enormes extensiones de terreno con «cosechas» de árboles, en fila, rectos e iguales.

En España estas plantaciones suponen ya el 2,3% de la superficie boscosa del país.

Entonces, ¿los bosques se plantan?

Yo hubiera pensado que la mayoría de los bosques que conozco hundían sus raíces en la tierra desde hace cientos, quizá miles de años. Pues bien, parece ser que sí, pero no tanto como yo me imaginaba.

Llamamos bosque primigenio (o primario, o virgen) a aquel en el que la intervención humana ha sido nula o mínima, entre otros factores.

Actualmente alrededor del 80% de la superficie boscosa del mundo ya no es primaria. Queda un 20% aún en el que la especie humana no ha intervenido de manera significativa. El bosque amazónico forma parte de esta superficie, aunque hay otras zonas del planeta también.

En cualquier caso, de bosque no primario a «plantación de papel» hay un trecho. Por ejemplo, porque las zonas boscosas han podido repoblarse hace decenas de años, dando lugar a los bosques que ahora nos parecen tan llenos de vida.

Según la Agenda Sectorial de la Industria Papelera en España, el 56% de la madera que utiliza el sector en este país es madera certificada, y el resto es de procedencia local controlada. Es decir: este porcentaje de la madera que se usa para hacer papel procede de plantaciones con certificación, y el resto, de bosques controlados.

¿Qué significan estos términos?

  • La madera certificada es aquella que procede de plantaciones con certificación (que se auditan y deben responder a unos determinados criterios).
  • La «madera controlada» no procede de bosques auditados ni revisados, pero tampoco de lo que llaman «fuentes inadmisibles».

Estos datos descartarían, en principio, que en España se estuvieran talando superficies boscosas primarias o no plantadas expresamente para la industria. También descartarían que las empresas papeleras españolas usaran pulpa procedente de otros países y de fuentes no controladas, como mínimo.

Sin embargo, en el mundo sigue habiendo riesgo de que se den estas prácticas, y sí que hay ejemplos de bosques no controlados ni certificados que se talan para la industria papelera. He encontrado datos recientes sobre el caso del bosque Białowieża de Polonia, en el cual se estaban talando árboles considerados primigenios, en parte para fabricar papel.

¿Cuál es el problema de las «plantaciones de papel»?

Llegados a este punto puedes preguntarte qué hay de malo en plantar árboles para que crezcan de manera controlada y sean materia prima de una industria como la del papel.

¿No plantamos y replantamos las matas de las hortalizas que comemos?

Si me permites el juego de palabras, «sobre el papel» no hay nada malo, y parece una buena idea. Pero cuando llegamos a la práctica del asunto, la cosa puede cambiar.

Para empezar, estas plantaciones difieren mucho de las repoblaciones de las que hablábamos un poco más arriba: en estos casos no se plantan, ni mucho menos, especies autóctonas de la zona, que puedan crear ecosistemas y simbiosis con otras especies locales. Y ya no me refiero sólo a crear esas comunidades de vida entre plantas y otros árboles, sino a que creen también con el resto de seres vivos del bosque: insectos, aves, pequeños vertebrados, etc.

Lo que se planta, en cambio, son especies de alto rendimiento, es decir, que crezcan mucho en poco tiempo. Volviendo a la cita de Eduardo Galeano: que crezcan «en un ratito, y se vendan en un santiamén».

En España se plantan eucaliptos y pino, principalmente.

Según el informe de la FAO Fast-wood forestry: myths and realities (2003), en la zona noroeste de España se plantaron determinadas especies de eucalipto, algunas de ellas especialmente resistentes a las heladas, que alcanzan la madurez en 10-15 años.

En ese tiempo tienes toneladas de madera listas para talar y vender.

Madera rápida. Fast wood.

Las plantaciones de papel pueden causar problemas medioambientales

Como decíamos antes, crear plantaciones de árboles especialmente cultivados para convertirlos en papel puede parecer una gran idea en términos generales.

Aunque pueda parecer raro o chocante, si analizamos la demanda de los productos de papel y cómo lo utilizamos cada día en diversos formatos nos daremos cuenta de que, en realidad, seguimos demandando mucho papel, y hay que sacarlo de algún lado.

Además, ASPAPEL (la Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón) señala en la Agenda Sectorial de su industria (2018) que España cuenta con superficies baldías disponibles para el cultivo de la madera, debido al abandono de labores agrícolas y ganaderas.

Y me imagino que esto sucede igual en otras partes del planeta.

Siendo así, y además utilizando terrenos baldíos que de otra forma no serían aprovechados, ¿qué hay de malo?

Lo cierto es que las plantaciones de papel pueden torcerse y acabar causando verdaderos problemas medioambientales.

Desde 2011 Greenpeace viene alertando de que la utilización incontrolada de eucaliptos en las plantaciones de la zona noroeste de España estaba ocasionando problemas.

Este árbol, de crecimiento muy rápido, no es autóctono de la zona, y disminuye drásticamente la biodiversidad del lugar.

Al haber crecido durante años en plantaciones descontroladas y sin planificación forestal, se ha producido lo que llaman «naturalización involuntaria» de la especie, que ya convive como una más (con todos los problemas de biodiversidad que eso acarrea) en las fincas abandonadas e incluso en terrenos protegidos.

Lo que parecía una buena idea, en este caso se torció y podría seguir haciéndolo en otros lugares.

Los ingredientes para hacer papel

Es importante que analicemos, como sociedad, la demanda de papel que realizamos cada día, igual que debemos hacerlo con el resto de productos y materias primas que consumimos o que consideramos básicas para vivir.

O, al menos, preguntarnos de dónde vienen los productos que utilizamos, cómo se fabrican, qué se necesita para que lleguen a nuestras manos.

Al comenzar este artículo te contaba que el agua y los árboles eran los ingredientes principales del cuaderno que tenía en las manos. Esa fórmula simplificada obviaba otros insumos, como por ejemplo:

  • el cloro que lo blanqueó,
  • la energía que fue necesaria para poner en marcha la máquina con la que se fabricó,
  • la mano de obra y, por supuesto,
  • el combustible que hizo posible que llegara a mis manos, quizá en un camión.

Otras maneras de hacer papel

Hace unos meses contactó conmigo Libretas Aedra y me contó su proyecto: hacen libretas con «Papel de Piedra®». Es un material ideado y registrado en Taiwan que se fabrica con una mezcla de carbonato cálcico y polietileno (resina), generalmente en una proporción de 80-20. Es, digamos, un papel mineral.

Libretas Aedra, que fabrica en España, me regaló una libreta para que la probara; si me sigues en Instagram la habrás visto.

 

 
 
 
 
 
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Una publicación compartida de Irene Gijón Prieto (@ire_recolectora)

Este producto no utiliza árboles ni agua para crear láminas de papel, igual de finas que cualquier otra, pero muy resistentes, y además impermeables, antimoho y reciclables.

También consume la mitad de energía en su fabricación, y emite la mitad de CO2 a la atmósfera que el papel tradicional durante el proceso.

Pese a que quizá el nombre no te lo sugiera, la experiencia de escribir en una de ellas es suave y el bolígrafo se desliza ligero por la página, como si escribieras sobre papel satinado.

Al acabar este artículo y cerrar mi cuaderno me doy cuenta de algunas cosas:

  • Que quizá aquello de lo que abusamos acabe volviéndose en nuestra contra, como ha sucedido con las plantaciones de papel: aquellas mal gestionadas acaban con la biodiversidad de las zonas afectadas.
  • Que debemos revisar nuestro consumo de papel, tanto en cantidad como en la procedencia de lo que utilizamos, además de cuidar por que estas plantaciones estén debidamente reguladas y controladas.
  • Por último, que el «Papel de Piedra ®» tiene muchas oportunidades de desarrollo por delante, desde todos sus posibles usos (que son muchos, dadas sus propiedades) hasta su gestión. Puede ser otra pieza más de la economía circular a la que debemos encaminarnos.

Este no es un artículo patrocinado. Todas las opiniones son mías.
Quiero dar las gracias a Libretas Aedra por haberme dado a conocer su trabajo y haber compartido conmigo la libreta en la que llevo todos los planes para RECOLECTORA en 2021.

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