El agua es la base de todo: de ti, porque más de la mitad de tu cuerpo es agua; de lo que comes, porque o bien contiene agua o bien la necesitas para cocinarlo; del Planeta, que es agua en su mayor parte; y de muchas de tus rutinas diarias. El agua sustenta la vida en la Tierra y cuando no da vida, moldea y da forma: moldea las rocas, orada el suelo o crea cañones en las montañas para abrirse paso.
El agua es un recurso tan básico que conozco gente que ha llegado a pensar que podíamos disfrutarla gratis en nuestras casas. No es una exageración, es real como la vida misma.
Lamentablemente el agua no es un recurso accesible para todos. Mucha gente en el mundo sigue sin tener acceso a agua potable. Tanto es así que en julio de 2010 la Organización de Naciones Unidas declaró el derecho al agua y al saneamiento, pues sin ellos no es posible llevar a cabo otros derechos humanos.
Está claro que la zona geográfica y el clima afectan a la disponibilidad de agua, y además las condiciones de desarrollo y de inversión son determinantes para que una población tenga o no agua potable y saneamiento. Partiendo de esto, y sabiendo que no puedo arreglar el mundo en una tarde, yo me planteo si es posible que hagamos algo desde nuestras casas.
Por suerte en occidente no solemos tener problemas con el abastecimiento. A menos que haya una fuerte sequía no tenemos cortes de agua y podemos gastar todo lo que nos de la gana en nuestros hogares. Por esa razón muchos de nosotros no somos conscientes de que agua hay mucha, pero potable y disponible en nuestro grifo… no tanta. Y que para que haya para todos hay que cuidarla siempre.
Esta falta de consciencia del problema nos lleva, inevitablemente, a desperdiciar recursos (a dejar correr el agua del grifo o de la ducha como si no pasara nada) o a echarlos a perder (como cuando contaminamos agua sin saberlo vertiendo en ella residuos que no corresponden).
A veces yo misma desperdicio agua, porque hay días que no me doy cuenta de que me he quedado embobada en la ducha pensando en algo, o estaba tan cansada que decidí quedarme ahí un minuto más.
Otros días me da un poco de apuro ir cerrando grifos a gente adulta que necesita camiones cisterna para aclarar las tazas del desayuno. ¿Apuro?, me digo a mí misma luego. ¿No habíamos quedado en que nada de vergüenza cuando de trata de la vida sostenible?
Con esto del calor y del verano me da la sensación de que tratamos el agua con menos respeto del que deberíamos. Mientras escribo esto los aspersores de la comunidad riegan las parcelas de césped que hay debajo del balcón: aún no es mediodía pero hace calor en esta mañana soleada. Me refiero a este tipo de cosas.
¿Qué arreglo yo cuidando el agua si nadie más lo hace conmigo? ¿Alguien que viva en una región inhóspita se beneficiará de ello? Cuando pienso en estas preguntas las respuestas que dicta la lógica son, respectivamente: nada y no. Pero tú y yo sabemos que eso no es verdad.
Por eso tú y yo, que queremos llevar una vida sostenible, vamos a hacer esto desde hoy:
- Vamos a pensar que todo lo que hacemos importa: importa para los que viven a nuestro lado y abren el grifo como nosotros; pero también para los que viven a miles de kilómetros y no tienen acceso al agua potable.
- Vamos a vigilar nuestro consumo de agua. No te digo que bebamos menos, sino que analicemos qué otras cosas que hacemos con el agua podemos suprimir o mejorar.
- Vamos a bajar a la tierra y a cuestionar lo que hacemos: ¿puedo reducir el tiempo de mi ducha? ¿Puedo regar a otra hora? ¿Podría aprovechar el agua de lavar las verduras para regar la terraza? ¿Puedo suprimir el baño en la bañera? ¿Cuántas veces dejo el grifo abierto? ¿Puedo fregar los platos de forma distinta? Son las preguntas de siempre, pero ¿nos las hemos planteado alguna vez?
- Vamos a ser conscientes de que el agua que hay en la Tierra es siempre la misma, que va y viene a través de su precioso ciclo, y por eso vamos a cuidarla para que esté siempre en perfectas condiciones. En especial, vamos a tener cuidado con los mares, ríos y océanos, vamos a vigilar nuestros residuos cuando los visitemos para que el agua siga limpia, como debe ser, y los animales que viven en ella estén seguros.
En definitiva, vamos a hacer como si todo dependiera de nosotros, porque es lo que pasa en realidad: todo depende de lo que nosotros hagamos y de cómo nos comportemos.
¿Te apuntas?
¿Qué vas a hacer tú?
Muy bueno! Puede que no podamos controlarlo todo pero lo que dependa de nosotras… en eso tenemos que hacerlo lo mejor que podamos. Yo soy de las que apaga la luz y cierra el grifo de cualquiera que lo deje abierto.
Un saludo
Hola Isabel;
Exactamente, lo que esté en nuestra mano es aquello que tenemos que hacer. Y sin miedo a cerrar grifos.
Un abrazo,
En verano sí suelo cerrar el grifo de la ducha cuando me enjabono, por ejemplo. Y es que el agua es un bien que hay que cuidar.
Beostes!!!
¡Todo hace Margari! Gracias por pasarte por aquí. Espero que tus estudios vayan viento en popa. Un abrazo,
Yo metí hace ya años un cubo en la ducha. El agua no sale caliente desde el minuto cero, y con el agua fría lleno el caldero para luego usarlo de cisterna. A ese cubo va también el agua de la bañerita de mis hijos, una vez bañados… Se aceptan más sugerencias ;o)
¡Hola, Isabel! Ese agua es un tesoro…
Además de esos usos que le das yo intento lo siguiente: si es posible nos duchamos uno después del otro, porque de esa forma el agua sólo sale fría una vez. El que se ducha después ya tiene el agua caliente en un momento. Pero claro, esto va en función de horarios y gustos, porque hay quien prefiere ducharse por la mañana y quien prefiere por la noche.
¡Gracias por tu aportación! 🙂