¿Qué pensarías si te cuento que el 80% de los cultivos del mundo dependen de que un insecto como la abeja realice sus labores de polinización? Lo creas o no es cierto, igual que el hecho de que la población de abejas disminuye en el mundo año tras año. El verano pasado leí acerca de este tema en el libro Volver a la naturaleza, de Richard Louv, pero al ver que la información sobre este tema no paraba de aparecer en la red me di cuenta de que lo que leí no era solo un comentario aislado en un libro, si no que algo serio estaba pasando.
¿Qué está pasando con las abejas?
Como te decía hace un momento, las abejas, además de producir deliciosa miel en sus colmenas, son imprescindibles para cultivar la mayoría de los alimentos que nos llevamos a la boca. También existen otros insectos polinizadores (mariposas, avispas, abejorros) que realizan la misma labor, pero a menor escala.
Hay muchos cultivos que no pueden desarrollarse si las abejas no polinizan (por ejemplo, las frutas). Sin ellas no podríamos cultivar manzanas, melocotones, o ciruelas, porque aunque plantáramos el árbol las frutas simplemente no crecerían. Eso por no hablar de todas aquellas especies que el hombre no sembraría por no ser claramente rentables (hierbas aromáticas o plantas medicinales).
Los datos que se han ido conociendo a lo largo de los últimos meses indican que la población de abejas en el mundo está disminuyendo a pasos agigantados. En los últimos 20 años la caída a nivel mundial ha sido del 50% (en Estados Unidos, por ejemplo, se perdió el 23% de las abejas sólo en el invierno pasado). Esto se debe a una serie de factores externos relacionados con el ser humano, así como a la utilización de ciertos pesticidas.
Vayamos por partes.
Algunos factores que ponen en peligro a las abejas
Durante mi investigación sobre este tema he podido comprobar que son muchas las webs, diarios y organizaciones, tanto nacionales como extranjeras, que se hacen eco del peligro que existe detrás de la disminución de la cantidad de abejas en el mundo. Greenpeace es una de esas organizaciones, y señala algunos factores que están poniendo en peligro a esta especie de insectos.
1. La pérdida de hábitats
Todos nosotros conocemos que un hábitat se sostiene solo, sin que el hombre intervenga, y que la naturaleza sigue su curso. Aunque a nosotros pueda dolernos que un lobo cace a un conejito, siempre que exista un equilibrio es así como deben desarrollarse las cosas. Pues bien, con la destrucción de los hábitats naturales y la intervención indiscriminada del hombre en la vida de la Naturaleza, las abejas (y el resto de insectos) se ven en apuros para poder sobrevivir. Imagina qué puede hacer una abeja en un lugar asfaltado donde apenas hay vegetación, o donde no hay especies vegetales que la atraigan.
2. La introducción de especies no autóctonas
Casualmente, Richard Louv también habla de este asunto en su libro, y el tema es preocupante. Las abejas e insectos de cada lugar están acostumbrados a polinizar y, digamos, «trabajar», con una serie de especies, de la misma manera que nuestra cultura se alimenta de una forma mientras que otra tendrá sus propias costumbres.
¿Qué ocurre si planto una especie no autóctona en mi jardín? Primero, que probablemente la pobre planta no aguantará mucho debido a la diferencia de clima, y por muy bonita que sea no adornará nuestro jardín de forma duradera. En caso de que sobreviviera al clima, el problema se traduce en lo que comentaba en el punto primero: se ha roto el equilibrio, el ecosistema ya no es el mismo, y esto dificulta y daña las labores de polinización.
3. Los monocultivos
Uno de los rasgos de la nueva industria alimentaria que abastece el planeta es precisamente la forma en que enormes hectáreas de terreno se destinan a cultivar una misma especie. No hablo de los campos de trigo que vemos en nuestra querida Castilla, ni de los naranjos de Valencia: estoy refiriéndome, por ejemplo, a las más de 1.500 hectáreas de selva amazónica taladas (muchas de ellas ilegalmente) para cultivar soja.
Hablando de esas cantidades de terreno no es extraño pensar que en esa tesitura las abejas no puedan polinizar. No hay ninguna planta a la que puedan enriquecer con su labor porque no hay variedad en el terreno.
A estos factores también habría que añadir, por supuesto, el cambio en el clima, que afecta a cada ser vivo del planeta; y la mano del hombre, que no quiere ni un solo insecto vivo, ni aunque sea en su jardín.
Los pesticidas: neonicotinoides
Estas sustancias, aunque son un factor determinante del problema, merecen un apartado diferente para poder tratarlas en profundidad.
Los neonicotinoides son pesticidas derivados de la nicotina, neurotóxicos para los insectos, lo que les produce un efecto de parálisis, o incluso la muerte (aunque dicen que no hay peligro para la salud humana). Son los causantes directos de lo que se llama trastorno de colapso de las colonias, que consiste en que al utilizar este producto químico las abejas abandonan la colmena en invierno, pero luego no acaban retornando a ella en primavera, sino que mueren.
En diciembre de 2013 la Unión Europea (con el voto a favor de España) aprobó una prohibición parcial del uso de tres pesticidas de esta familia dentro del territorio europeo, si bien la restricción es aplicable sólo en ciertos cultivos y durante dos años nada más. Las tres sustancias vetadas son: imidacloprid, clotianidina y tiametoxam.
Las tres compañías líderes mundiales en la fabricación de estas sustancias son Bayer, Syngenta y, cómo no, Monsanto. Algunas de sus tácticas para echar balones fuera en la crisis de las abejas pasan por culpar a los agricultores del uso indebido de sus pesticidas, comprar su credibilidad pagando expertos en la materia, hacer crecer sus grupos de influencia para presionar a los legisladores o fingir que se preocupan creando campañas para salvar a las abejas. Esto último parece un contrasentido pero lo usan también otras grandes empresas. ¿Has visto como Coca-Cola conciencia a los niños y a los padres acerca de la obesidad infantil? Efectivamente, es lo mismo.
¿Qué podemos hacer?
Parece que cuando los números hablan, sobre todo cuando se trata de estas cifras, todo está perdido, pero lo cierto es que siempre hay algo que podemos hacer nosotros para intentar ayudar en la medida de lo posible.
- Sé consciente del problema. Lo primero que hay que hacer para intentar cambiar algo es conocer lo que sucede. Ahora sabes que la crisis de las abejas existe, así que sigue informándote y escucha y lee con atención todo lo que te cuenten sobre el tema. Y si quieres compártelo con nosotros.
- Apuesta por productos ecológicos o locales en la medida de lo posible. No son lo mismo, pero sé que no siempre es sencillo hacer compras ecológicas. Los productos locales benefician a pequeños agricultores frente a grandes empresas y se han cultivado en hábitats cercanos.
- Piensa en el futuro y en la agricultura ecológica y sostenible. Sé que si lees esto es porque, dentro de ti, hay algo que sabe que este sistema no puede sostenerse mucho tiempo. No podemos dejar que se extinga ninguna especie, ni una sola, pero menos aún aquella de la que depende el 80% de los cultivos humanos, ¿no crees?
* ¿Quieres más información? Para ampliar tus conocimientos sobre este tema puedes echar un ojo al informe de Greenpeace sobre El declive de las abejas.
Mucho he aprendido con tu entrada de hoy! No sabía que también el número de abejas está bajando. Si es que nos cargamos el mundo…
Besotes!!!
¡Así es, Margari! Y es una pena. Lo primero que hay que hacer es saber lo que pasa, así que me alegro de que hayas aprendido con este artículo. Un beso.
Parece que algo se va moviendo al otro lado del Atlántico. La Casa Blanca se está moviendo en pos de la prohibición de pesticidas.
Por aquí están recogiendo firmas para apoyar este intento.
https://secure.avaaz.org/es/save_the_bees_us_pet_loc/?bCSonib&v=47039
Gracias por este magnífico texto 😀
¡Gracias, Corso! Me alegra saber que se ponen en marcha, los datos en EE.UU. son realmente malos.
Fíjate que ponen como ejemplo a la UE, donde ya se han prohibido (como os cuento en la entrada). Y tienen razón: seguro que una prohibición en EE.UU. haría caer la ficha en otros muchos lugares del mundo.
Saludos,