He hecho el cambio de armario, y me he dado cuenta de algo…

Esta semana he hecho el cambio de armario porque ya iba siendo hora. Las temperaturas han bajado ya y, aunque he creído oír por ahí que aún queda un veranillo pendiente, no creo que haga tanto calor como para no necesitar, de aquí a unos días, un jersey.

He hecho el cambio de armario, te decía, y al terminar me he dado cuenta de algo que no me ha gustado mucho.

Pero vayamos por partes. Voy a empezar por el principio.

Este año me he enfrentado al cambio de ropa de una manera distinta. Quise ir un poco más allá del armario sostenible y me propuse hacerlo de una forma un poco más radical. Para quien no me conozca diré que yo no suelo ser una persona de extremos; supongo que en algún caso sí, pero no me considero así en absoluto.

Desde ese deseo de ir un poco más allá pensé que me vendría bien ser un poco más minimalista y que me uniría al Proyecto 333: pensaba vivir los próximos 3 meses con 33 prendas de ropa, lo cual me consta que no es imposible porque hay gente que lo hace. Acababa de empezar a leer a Valentina, de Vale de Oro, la impulsora del movimiento en España, y sabía que mi amiga Mamen de Universo Flow también lo practica y está encantada.

Cuando comencé con mi tarea me di cuenta de que mi armario tenía un enorme problema de sobrepoblación, y eso quería decir:

  • Que no me estaba poniendo todo lo que tenía, porque tenga la cantidad de ropa que tenga siempre hay unas prendas con las que me siento más cómoda que con otras.
  • Que había cosas que guardaba año tras año y que nunca me había puesto: porque creía que las tenía cariño, porque estaba esperando a estar un poco más delgada, porque todo el mundo pensaba que eso me quedaba estupendo aunque yo no me veía favorecida, etc.
  • Que había prendas que ya no iban conmigo, porque tengo el «defectillo» de ser cuidadosa y la ropa me dura años y años, pero yo voy cambiando.

Voy a confesarte algo, antes de que sigas leyendo. Si antes tenía toda esa ropa es por varias razones: porque cuido mucho lo que tengo, porque en los últimos tiempos he sufrido algún cambio de peso que ha hecho que algunas cosas dejaran de valerme, porque nunca me ha gustado deshacerme de cosas porque sí (es decir, que lo guardo casi todo) y porque mi familia, siempre pensando en regalar algo útil, me ha ido obsequiando con prendas de ropa porque no me gusta nada ir de compras.

Es en serio, no me gusta ir de compras. Y como no me compro nada, principalmente porque me aburre el hecho de estar de pie horas y horas mirando ropa y probándomela, me lo iban regalando.

Tras darme cuenta de la enorme cantidad de cosas que ocupaban mi espacio y no usaba pensé también que, afortunadamente, había muchas otras cosas que sí me sentaban bien, que sí me ponía, con las que sí me encontraba cómoda; y también algunas que aunque no me pusiera todos los días sí necesito, porque trabajo en una oficina, y aunque no tengo que ir vestida de boda a diario siempre hay que tener ciertas prendas de ropa en la recámara: un traje, una americana, un vestido más formal… etc.

Para acabar con esa superpoblación hice una enorme criba de ropa y puse en un lado todo lo que me iba a quedar y en otro lo que no. En un tercer montón puse todo lo que estaba demasiado usado, cosas que no podía regalar a nadie.

No conté las prendas que no iba a quedarme, andaba yo un poco justa de tiempo, pero no te miento si te digo que descarté aproximadamente un 40% de mi anterior armario. Toda esa ropa estaba en muy buen estado; lo único que le pasaba es que no me la ponía, ni me la iba a poner nunca. Se la he regalado a personas que sí la van a usar, así que esa ropa no será un desperdicio.

Luego hice lo mismo con los cinturones, los bolsos y, sobre todo, las bufandas y pañuelos del cuello (tengo decenas, no sé vivir sin ellos y me pongo uno cada día). Me quedé con una selección de lo que más me ponía.

Con el montón de lo que me iba a quedar yo estaba encantada. Por fin tenía un poco más de sitio en el armario, porque al reducir tanto las prendas de ropa podía mover las perchas libremente (sí, esto puede conseguirse) y además ya no tenía en mi mente toda esa ropa que no estaba aprovechando. El único problema que me surgió fue que eran muchas más de 33 prendas.

La verdad es que en un primer momento me desanimé un poco. Yo quería probar el Proyecto 333, y una vez que había hecho un enorme esfuerzo para elegir tenía ante mí muchas más prendas de lo permitido en el reto. Pero mi chico, que es muy sabio, me dijo que no tenía por qué ceñirme a esas normas así de repente, que podía hacerlas un poco más flexibles en esta primera vez, que ya había hecho un gran cambio seleccionando sólo un 60% de mi armario anterior. Y tenía razón.

Y entonces abrí el armario y vi que estaba lleno, aunque con más espacio que antes. Repleto, con ropa para muy distintas ocasiones, y probablemente suficiente para un par de temporadas sin comprar nada; y vi el cajón de los bolsos, también lleno pero con menos de lo que tenía antes; y vi la percha donde cuelgo las bufandas, que tenía colocadas las que más uso… Y fue entonces cuando me di cuenta de eso tan tremendo que te contaba al principio. Entonces me di cuenta de que, incluso así, hay veces que pienso que

no tengo nada que ponerme

Hay veces que pienso que ojalá tuviera otra falda, u otro pantalón, u otra camisa, u otro bolso… y saber que pienso eso me ha sentado muy mal.

Hay gente que de verdad no tiene qué ponerse; no es un tópico, y desde hace unos años esa gente es cada vez más cercana a nosotros. Hay gente que trabaja en condiciones tremendas para cultivar algodón, el mismo que se usa para hacer prendas de ropa baratas o baratísimas que se venden en algunas tiendas; y hay gente que cose horas y horas para seguir abaratando los costes de esta ropa. Y a pesar de todo eso, algunas veces yo misma sigo pensando que

no tengo nada que ponerme

Es increíble que alguna vez yo pueda pensar eso, y de verdad que me ha dolido mucho darme cuenta.

Pero como esto de la vida sostenible es un camino que se anda poco a poco he pensado en poner remedio a esto, y sólo se me ocurre una manera de hacerlo.

Voy a dar gracias por lo que tengo

Debería hacerlo todos los días, pero no lo hago. Y debería hacerlo respecto a todo, pero tampoco se me ocurre y se me pasa el día sin dar las gracias por nada.

En concreto, cuando abra el armario voy a dar las GRACIAS por todas estas cosas:

  • Porque tengo ropa de sobra para vestirme en casi cualquier situación.
  • Porque ese «de sobra» no significa que tengo un quita y pon, sino varios…
  • Porque soy tan afortunada que me he podido permitir el lujo de no volver a guardar lo que no me pongo.
  • Porque tengo tanta suerte que incluso tenía ropa que no me ponía.
  • Porque puedo plantearme vivir con menos ropa como una opción que yo elijo, no como algo que me viene impuesto por las circunstancias.

Gracias por todo esto.

Cuéntame:

¿Te has planteado alguna vez algo parecido?

¿Eres consciente de lo que tienes y das las gracias por ello?

¿Te apuntas conmigo a dar las gracias más a menudo?

65 comentarios

  1. Ya llevo unos cuantos años que en cuantito la ropa me está mal (que la ropa encoge), cojo mi bolsita y la entrego en las asociaciones que se dedican a recoger ropa para el que no tiene. Y soy de comprar lo básico. Aunque este año al trabajar cara al público, me estoy viendo que algo me voy a tener que comprar, que cuando digo básico, es básico, básico. Me da mucha pereza también ponerme a mirar ropa, probarla…
    Besotes!!!

    1. ¡Hola Margari! Trabajando de cara al público, o fuera de casa en general, hay que hacer alguna compra de vez en cuando. Yo sobreviviría probablemente con mis tres jerseys favoritos, pero tengo que salir cada mañana a la calle…
      Lo importante es hacer esas compras con sentido, sabiendo que se necesitan. Pero en lo de la pereza… sí, en eso estoy de acuerdo contigo.
      Un abrazo,

  2. Que cuentes que ya has hecho el cambio de armario sólo hace que me deprima más porque yo aún tengo el mío a medio hacer..encontrar mi ropa después del embarazo y clasificarla hace que grite: horror!!! (al menos el de los niños está ya en orden..). Desde hace unas temporadas David y yo seguimos una norma con toda la ropa, calzado y complementos: si no te lo has puesto en 1 año, es que realmente NO lo necesitas. Así que separamos entre lo que está bien y lo damos a gente que conocemos, y lo que no está tan bien y que se va a los contenedores de ropa.
    Ya sé que siempre me decís que nunca guardo nada y que estoy siempre «tirando» cosas, pero te habrás dado cuenta que es bueno soltar lastre.
    Un beso y ánimo!
    Pd: yo había leído que las 33 prendas no incluían calzado, bolsos y pañuelos. Vuelve a contar ahora a ver qué número te sale 😉

    1. ¡Gracias por comentar, Débora!
      Es genial eso de deshacerte de lo que no te has puesto en un año. ¡Hay que tener valor! Jajaja… procuraré aplicarlo la próxima vez (al tener menos ropa espero ponerme toda al menos un par de veces).
      Respecto al Proyecto 333, en serio, quitando todo eso son muchas más. Aún así estoy muy contenta.
      Besitos,

  3. La conclusión más sencilla es la más valiosa, por eso me gusta venir a leerte 🙂

    Estoy de acuerdo contigo, necesitamos menos de lo que pensamos. Me falta ponerme un ratillo largo para ser consciente de lo que queda en mi armario y de cómo me lo pongo porque si no, aún teniendo mucha menos ropa en el armario (me deshice del 75-80% este año), termino cogiendo las mismas cosas porque no me quiero calentar la cabeza con qué me pongo una y otra vez, prefiero dedicar mi tiempo a otras cosas. Pero por eso mismo, tomar esas decisiones una vez y saberlas de antemano hace que no tenga que volver a decidirme en toda la temporada. ¡Lo voy a hacer pronto!

    Mi enhorabuena por ese armario. No se si te pasa, pero ahora con menos cosas aprecio mucho más y trato con más cuidado todavía lo que tengo.

    Un abrazo!

    1. ¡Gracias por tu cariño, Amelia!
      ¿Dices que te has deshecho de más de un 75% de tu armario en este año? Madre mía…
      Efectivamente, en este tiempo que llevo con el armario ordenado y responsable me he dado cuenta de que estoy intentado mimar lo que uso, cómo lo coloco, cómo lo cuelgo, para verlo bien y tenerlo a mano para elegirlo cuando me tengo que vestir, etc. Quizá escriba sobre las consecuencias de esto en un futuro artículo.
      Un abrazo enorme,

  4. No sabes cuánto me alegro!! De verdad! Enhorabuena y ojalá que se difunda este post y que llegue a más gente!

    Tener montones de ropa ocupa espacio material pero sobre todo inmaterial, y además nos crea apego, y nos hace perder tiempo y en cierta medida hace tambalear nuestra autoestima.

    Yo puedo decir, muy contenta, que lo tengo superado (también empecé con el proyecto 333). En mi armario hay muy pocas cosas, apenas compro ropa y lo mejor de todo, es que no siento la necesidad y además me siento muy bien conmigo misma aunque no cambie de prenda cada dos por tres. Todo son ventajas 😉

    Un abrazo preciosa!!

    1. ¡¡Hola Ana!! Qué alegría saber que también estás metida en este asunto… 🙂 Así tendré más inspiración todavía para ir caminando hacia el proyecto 333 (o el que sea, pero siempre con menos ropa). Espero, con el tiempo, poder ir minimizando más y seguir notando estas ventajas, aunque a veces me cuesta un poco lo del desapego.
      Un abrazo grande,

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *