50 minutos para mí

Estoy cansada. No me gusta la gente que te suelta eso a la primera de cambio, o en cuanto le preguntas qué tal está, pero la verdad es que estoy cansada. Mientras escribo estas líneas me tiemblan las piernas, y estoy sentada.

Estoy cansada porque hago muchas cosas, aunque seguro que mi familia opina que, más que hacer muchas cosas, lo que hago son muchas cosas que no tendría que hacer.

Voy a serte sincera: yo no llevo el peso de una casa sobre mis hombros; por suerte o por desgracia no estoy independizada. Creo que por esa razón muchas personas creen que no tengo derecho a estar cansada. O no debería. O no hay razón, dado que se supone que sólo cuido de mi persona.

Pero el hecho es que lo estoy, porque aunque hacer todas las tareas de casa no sea mi principal ocupación tengo la agenda llena de otras actividades, de otras cosas que tengo que hacer.

El hecho es que me levanto muy pronto y llego a casa a veces más tarde de lo que me gustaría. El hecho es que apenas veo a mis amigos porque para cuando quiero llegar a casa se me hace imposible pegarme un viaje en metro hasta cualquier otro punto de la ciudad (debí haber incluido esto en mi artículo las 6 peores cosas de vivir en la gran ciudad).

El hecho es que leo de verdad aproximadamente cada 15 días, y veo la televisión con esa misma frecuencia. No es que me preocupe el hecho de ver poca tele, es que a veces cuando me siento a verla me encuentro bien, porque no tengo que pensar. Y pensar es algo que hago mucho, todos los días. El hecho es que estoy apuntada a varios cursos que no tengo tiempo para estudiar. El hecho es que cuando llega el fin de semana me encuentro mal porque bajo el ritmo de repente.

El hecho es, también, que a veces no puedo escribir porque creo que no tengo nada en la cabeza. Paso el día entero haciendo números y para cuando quiero llegar a casa la mente no me susurra nada creativo al oído. Nada de nada. Y como este blog se cuece por la mañana, bien temprano, he de reconocer que muchos días no soy persona. Bueno, sí lo soy, lo soy más que nunca: esas mañanas soy humana y no me encuentro bien.

El sábado estuve un rato paseando por Madrid. Aproveché el hecho de ir a CocoMarket de El Hervidero de Ideas para hacerlo, me bajé del autobús lejos del lugar del evento y fui caminando hasta allí con la esperanza de encontrar esa inspiración y esa creatividad que me faltan cada día. He oído decir muchas veces que las mejores ideas ocurren cuando uno está relajado, descansando, haciendo otra cosa que no sea trabajar. A mí misma me ha pasado a veces.

Vi muchísimas cosas interesantes, por el camino y en CocoMarket, pero no se me venía a la cabeza esa idea genial que estaba esperando. Me senté a tomar un té en un sitio de esos bonitos, bonitos. En esa taza de té estaban puestas todas mis esperanzas de encontrar algo realmente bueno. Pero lo único que hice fue mirar por la ventana, ver a la gente pasar, observar sus movimientos, unas veces mirando, otras sólo viendo. No podía hacer más, mi mente no daba más de sí, estaba muy cansada.

Alguna vez me habrás oído decir que la vida sostenible no es sólo usar el contenedor amarillo, sino más bien llevar una vida que pueda sostenerse, tanto en el sentido medioambiental como en el más evidente: que podamos sostenernos de pie, sin estar exhaustos. Pues bien, no tengo claro que yo pueda sostenerme así mucho más tiempo.

Así que llegué a la conclusión de que necesitaba vacaciones, pero hasta mediados de agosto no voy a tenerlas, por lo que me replanteé mi idea y me dije: necesito más tiempo para mí.

¿Más tiempo para ti? Pero si no haces nada más que cuidar de ti… – dice mi cerebro, que a veces es un incordio y repite lo que la gente me dice y tanto me molesta.

Bueno, técnicamente sólo cuido de mí cuando duermo, como y me ducho. ¡Ah! Se me olvidaban las dos horas a la semana que dedico a yoga y Pilates. El resto del tiempo lo dedico a hacer cosas, porque estoy todo el tiempo haciendo cosas: trabajar, trabajar como voluntaria, escribir en este blog e ir de acá para allá. Y ya está, fin de mi vida.

Por eso he pensado que cada día voy a dedicar 50 minutos a mi persona, a mi bienestar, a mi mente y a mi tranquilidad. No voy a incluir en estos 50 minutos cosas como las comidas básicas, el tiempo de ducha reglamentario o las 7 horas de sueño. Eso viene en el pack de vivir, no entra en mi lista extra.

En esos 50 minutos pretendo:

  • Leer libros de ficción que me ayuden a salir de lo que hago cada día…
  • … o leer esos libros de ensayo que tengo en la mesilla de noche desde hace muchos meses y que al final no me da tiempo a empezar.
  • Beber más té, tranquilamente, porque a mí me encanta y me relaja.
  • Escribir en mi diario, es decir, escribir sobre mí, para mí, en privado.
  • No decir no tengo tiempo para esto (en la medida de lo posible).
  • Respirar, mirar al infinito.
  • Meditar, sí, volver a hacerlo por sistema. Hace unos meses que dejé de hacerlo de forma continua porque no me da tiempo.
  • Leer a Mamen, de Universo Flow, que es slow donde las haya y me está ayudando a replantearme la vida con sus artículos. Porque yo no soy nada slow.
  • Una mezcla de algunas de estas cosas, porque en 50 minutos puedo hacer varias.

Sé que contando esto me tiendo una trampa. Sé que habrá días en los que no me va a dar tiempo a tener mis 50 minutos y publicando esto tendré que rendir cuentas algún día, aunque sea a mí misma. Sé que me comen las tareas del día y sé que voy a tener que hacer un esfuerzo grande para hacerlo y decir NO a algunas de las otras cosas que siempre tengo que hacer.

Pero siento que tengo que ponerme en marcha, o no podré continuar.

Estos 50 minutos al día van a ser cruciales si quiero seguir cuerda y entera.

¡Me los merezco!

Cuéntame:

¿Has notado alguna vez ese cansancio, que no es sólo físico?

¿Con cuánta frecuencia te sientes así?

¿Qué haces para descansar, para cargar pilas?

¿Cómo paras y dices basta cuando la rutina te come cada día?

¡Gracias por compartir tus ideas aquí!

16 comentarios

  1. Hola!!!
    No sabes lo identificada que me siento contigo. Solo que yo además tengo dos peques de 4 y 1 año. Me cuesta horrores encontrar no 50, sino 10 minutos para mi. Por eso aprovecho aunque sólo sean 5 minutos ahora, 5 un poco más tarde. A veces sólo me dedico a cerrar los ojos y respirar. De hecho, mi propósito para este año es VIDA SLOW. Estamos a finales de mayo y tengo que decir que no estoy muy contenta con mis progresos, me cuesta mucho y ser una chica géminis de culo inquieto no ayuda mucho, pero no desisto y sigo y seguiré trabajando en ello.
    Ánimo guapa!!! LO CONSEGUIREMOS!!! Mil besos de luz

    1. ¡Hola Anaís! Con dos niños debe ser mucho más complicado todavía… ¡mucho ánimo y a disfrutar de esos 5 o 10 minutos que a veces nos regala el día!
      Un abrazo grande,

  2. Una vez más te leo y me siento identificada. Ahora estoy me estoy preparando para obtener un certificado de inglés, cada vez que descanso no puedo evitar sentirme culpable por no estar estudiando. Antes, cuando iba en autobús a trabajar lo usaba para relajarme ahora, me llevo una lista verbos y palabras para aprenderme, hasta la saco en la cafetería en el rato del descanso! Desde luego, por salud deberíamos parar un poco, por salud mental y física.

    Un beso!

    1. Estoy de acuerdo contigo, Isabel. Parar hay que parar, o nos vamos a volver locos. Yo también me siento culpable cuando no estoy haciendo «nada» porque siempre tengo cosas que hacer. ¡Es terrible! Tengo tanto que desaprender…
      Por cierto, mucha suerte con ese título. Ya nos contarás qué tal sale.
      Un abrazo,

  3. ¡Qué sincero leerte!¡Hace ya unos años que decidí parar y empezar a dedicarme más tiempo a mí misma!Intento sacar un ratito al día para meditar, respirar, valorar las cosas positivas del día, cuidarme, cuidar de la gente que quiero, cuidar de mis plantitas,mimar a mi gata, dedicarme a mis manualidades, … siemplemente unos minutos para sentir el aqui y ahora y disfrutarlo.

    1. ¡Muchas gracias por tus palabras Begoña! Hace unos minutos en Facebook te invitaba a apuntarte conmigo a los 50 minutos, pero veo que me llevas años de ventaja. Espero que la experiencia haya sido muy gratificante para ti y podamos compartir más impresiones de aquí a unos meses.
      Un abrazo,

  4. Tengo la misma sensación, me cuesta sacar tiempo para mi, para mis amigos… los cursos, el blog y otros proyectos absorben todo mi tiempo… Me parece un ejercicio genial, 50 minutos al día! Creo que te voy a copiar 🙂

    1. ¡¡Copia, Nahir, que para eso está!! Si conseguimos 50 minutos para nosotros igual el mundo mejora un poco…
      Un abrazo,

  5. Yo, para descargar las pilas al final del día también me regalo 50 minutos exactos. En la piscina que me pilla cerca de casa. Es la del polideportivo Olimpia de Leganés y tienen organizado el acceso a la piscina de una forma muy original. Hay un horario que distribuye la entrada de bañistas de tal forma que sólo puedes estar dentro del vaso de la piscina 50 minutos nadando. Así, la entrada sale más barata y la gente con horarios parecidos coincidimos

    1. ¡Muchas gracias por compartir, Ana! Qué buena idea lo de los 50 minutos de piscina. Me alegro de que la compartamos.
      Un abrazo,

  6. Me regalo todos los días una horita de paseo por la playa. Y lo cumplo a rajatabla. Me ayuda a recargar las pilas, a relajarme, a centrarme. Y cuando por cualquier razón algún día me lo salto… ¡Cómo lo noto!
    Besotes!!!

    1. Muchas gracias por compartir, Margari. La verdad es que un paseo en la playa es una de las mejores opciones que se me ocurren para recargar las pilas. Un abrazo grande,

  7. Vivimos en una rueda tan frenética que no podemos ni dedicarnos menos de una hora al día. Pero lo más importante es darse cuenta, aprender a decir que no a tareas o compromisos que no nos llenan y reservar esa pequeña parcela para cuidarnos y dedicarnos a lo que más nos guste.

    Me sumo a tus 50 minutos. Este verano lo pondré en practica.

    Te mando un abrazo.

    Anabel.

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