Cada 24 de abril desde hace 4 años se recuerda la tragedia del derrumbamiento del edificio Rana Plaza, en Bangladesh. En ese lugar, en el que trabajaban en condiciones deplorables miles de personas para la industria textil, murieron más de 1.100 personas y otras más de 2.000 resultaron heridas. Desde ese momento el mundo se hizo un poco más consciente de que la industria de la moda que abastece las tiendas occidentales tenía un lado oscuro que había quedado al descubierto al derrumbarse cada uno de los ladrillos de ese edificio.
Hoy la situación de las trabajadoras textiles en Bangladesh no ha cambiado mucho, pero el mundo se revuelve con campañas como la de Fashion Revolution, que son muy, muy necesarias para concienciar a la población de lo que trae consigo la moda rápida y de su coste real.
Toda esta semana el mundo escribe y postea sobre industria textil para conmemorar y recordar ese tremendo día. Por eso hoy quiero hablar contigo de un tema que me preocupa desde hace varios años y que está relacionado con la industria de la moda rápida y con nuestros hábitos de consumo.
Cuando lo descubrí no daba crédito, pero es cierto que un objeto tan cotidiano como son unos vaqueros puede tener también un precio muy alto.
Así fue como conocí el «sandblasting»
Hace unos años, cuando investigaba sobre Bangladesh para escribir un informe de derechos humanos, me di cuenta de que tenía que incluir un apartado que desconocía y que me dejó perpleja. Algunos trabajadores de la industria textil realizaban una técnica denominada sandblasting a los pantalones vaqueros. Las características de esta industria hacían que tuviera que añadirlo al informe, como enseguida verás.
El sandblasting («arenado» en español) consiste en aplicar un chorro de arena a presión sobre una superficie para alisarla o eliminar impurezas. Se utiliza en la industria de la construcción y la cerámica.
En el caso de los pantalones vaqueros, se aplica sobre la tela, y consigue ese efecto desgastado que tanto se lleva desde hace unos años. Pueden fabricarse desgastados igualmente utilizando otras técnicas, pero ninguna es segura al 100% para el trabajador y, además, esta es mucho más barata.
¿Y qué hace que tuviera que considerar aquello digno de mención?
Los riesgos de la técnica del «sandblasting»
Decolorar los vaqueros con esta técnica tiene un riesgo. Pero decolorar vaqueros tal y como se hace usando esta técnica en los países que fabrican nuestra ropa barata sólo puede tener inconvenientes enormes.
La arena natural se compone principalmente de sílice, como estoy segura de que recuerdas. La web de la campaña Ropa Limpia señala que la normativa europea considera seguro poner en marcha esta técnica cuando los materiales abrasivos utilizados contienen hasta un 0,5% de sílice, siempre que se utilicen las medidas de protección adecuadas. En EEUU se considera seguro hasta un 1%.
Todo esto, naturalmente, cuando hablamos de la industria de la construcción.
En Europa, fabricar pantalones con esta técnica está prohibido desde 1966, pero no en otras partes del mundo…
En los países en los que se fabrican la mayoría de nuestros pantalones vaqueros se utilizan materiales abrasivos con niveles de sílice mucho más altos que los que se marcan en Europa y EEUU como seguros. Todo ello con el agravante de que se están usando para la industria textil.
En concreto, el Comité de Trabajadores de Sandblasting de Turquía (uno de los países fabricantes de estos vaqueros) estimó que en ese país se estaban utilizando materiales con un 80% de sílice.
En estas condiciones los riesgos para los trabajadores que desgastan nuestros pantalones vaqueros son enormes.
- Para empezar, muchos de ellos trabajan sin prestaciones sociales, por tratarse de relaciones de trabajo informales (sin contrato).
- Tampoco tienen los equipos de protección adecuados para realizar esas tareas.
- El mayor riesgo al que se enfrentan es la silicosis, una enfermedad pulmonar provocada por la inhalación de sílice y que hasta hace bien poco se consideraba exclusiva de colectivos muy concretos de trabajadores, como los mineros. Con la ausencia de prestaciones sociales y sanitarias que te comentaba arriba la situación de estos trabajadores es mucho más precaria.
Evitemos el «sandblasting» siempre que podamos
Cuando supe de esta técnica me llamó la atención pensar que hasta ese momento yo consideraba los vaqueros desgastados como un privilegio de las flacas, a los que yo no podía acceder. Venían fabricados en tallas y patrones en los que mi cuerpo nunca encajó (y probablemente no encajará).
También me di cuenta de que muchas firmas habían convertido los vaqueros desgastados en productos de lujo, muy al contrario de lo que dicta (aparentemente) el sentido común. Un vaquero nuevo, que diría mi abuela, no puede ser lo mismo que comprarse uno que viene viejo desde la tienda.
Nuevo. Moderno. Exclusivo. Diferente.
Así se me representaban en la mente los vaqueros desgastados a los que desde ese momento miré con verdadero horror.
¿Y qué hago desde entonces?
Sé que son muchas cosas las que hay que tener en cuenta cuando uno se compra ropa, cada vez más, o al menos cuando hablamos entre nosotros, porque estamos pendientes de que el mundo no se desmorone cada vez que sacamos el billetero. Lo sé, hay que estar con mil ojos, pero creo que hacemos bien y que esto merece la pena.
Desde que descubrí en qué consistía el sandblasting dejé de mirar o intentar comprar (infructuosamente) vaqueros desgastados. Los elijo clásicos, los de toda la vida. O pantalones lisos de colores.
Todo esto siempre en la medida de lo posible. Si ya tienes pantalones así ni qué decir tiene que tienes que gastarlos hasta que se rompan ellos mismos. En mi caso a veces es difícil encontrar un vaquero que no esté, aunque sea un poco, desgastado. Muchas veces los diseños son así, y a mí me cuesta especialmente encontrar pantalones que me sienten bien, pero rechazo de plano los que están desgastados, y me pruebo sólo el resto.
Leer las etiquetas y saber de dónde procede la ropa que compras también es fundamental. Ahora mismo el sandblasting está prohibido en Turquía (desde 2009) pero no en otros países como Bangladesh, China, Pakistán o Indonesia.
Incluso se siguen fabricando productos así en Turquía, de manera ilegal, según la Organización Ropa Limpia, que puso en marcha hace años la campaña No Al Sandblasting. En este enlace puedes obtener mucha más información sobre esta técnica, sus riesgos y los problemas a los que se enfrentan los trabajadores.
Además, puedes leer aquí su informe Fashion Victims: Un informe sobre el sandblasting. Sí, es de 2010 y puede que en algunos datos puntuales pueda estar desactualizado (quizá alguna empresa haya tomado cartas en el asunto y haya que cambiar el párrafo que la alude, y en ese caso yo estaría contenta de que el informe no fuera preciso) pero, a grandes rasgos, te enterarás del tema y del peligro que conlleva comprar un vaquero así.
Durante esta semana piensa y pregúntate quién hizo tu ropa.
Es importante que cambiemos nuestros hábitos de consumo en lo que se refiere a la moda.
Poco a poco, con cada compra, vayamos dejando atrás lo que no ayuda al mundo.
Mejor un vaquero liso, entero, o un pantalón de un color liso.
¿Nos ponemos a ello?
No sabía en qué consistía esta técnica. Qué difícil es acabar con todo esto! Pero hay que intentarlo y poner entre todos nuestro granito de arena. Y algo se conseguirá. Cuántas injusticias, cuánta crueldad por el mísero dinero…
Besotes!!
Sí, parece que es mucho lo que tenemos que abarcar, Margari… A veces puede desmoralizar.
Por eso son tan importantes los cambios de cada día 🙂 Un abrazo,
Gracias Irene. Conociendo las técnicas DIY para el desgaste de vaqueros nunca se me ocurrió que hubiera alguna técnica industrial para hacerlo…y debí suponerlo. Gracias por abrirnos (abrime) los ojos.
Desde hace un tiempo sigo tu blog y paso con frecuencia para leerte. Además suelo hacerlo en el descanso del trabajo, para recordarme que hay algo más allá de lo que parece inmediato en nuestras vidas, en la vorágine del trabajo del dia a día. Lo tomo como un tiempo para abandonar el «ombliguismo» en el que uno puede caer si se deja llevar…
Personalmente, me es imposible dejar de sentir un mínimo de responsabilidad con respecto a los temas de salud medioambiental y ecología, por lo que agradezco el estilo de los post y la perspectiva «en positivo» y tan de «experiencia de vida» y de cercanía con la que escribes. Demasiado a menudo leo artículos escritos desde la ira y la frustración que en ocasiones nos generan (a la mayoría) los temas de los que trata tu blog, así que te felicito por tratar de hacerlo siempre destacando las posibilidades, las opciones de mejora que tenemos, sin dejar de animar a tu comunidad de lectores para subirse al carro de la vida sostenible en el siglo XXI.
¡Mil gracias!
Isa, muchas gracias por tus bonitas palabras. Es un gusto saber que encuentras este pequeño rincón tan interesante para tu vida. 🙂
Seguiré escribiendo como hasta ahora, sabiendo que detrás de mi pantalla hay gente con las mismas ganas que yo de sumar, siempre sumar.
Un abrazo,
Horrorizada me hallo!! He ido corriendo a ver mis vaqueros! Pero me alegro mucho de que no me gusten los desgastados y tener los 4-5 que tengo de colores sólidos (yujuuuu). Voy a revisar todo mi armario para ser consciente de lo que tengo porque en realidad compro cuando necesito, pero siempre cae algún capricho (ains)
Un beso muy fuerte amiga!
PD. Las grandes marcas low cost están súper eco últimamente. Amancio y los suecos recogen en sus tiendas ropa usada, desgastada y hasta rota. Clasifican en ropa que se puede usar para ONGs españolas como Caritas, o la reciclan. Entra en sus páginas que lo explican muy bien
Hola, Débora 🙂 Gracias por pasarte por aquí. Te debo un correo.
Sobre las marcas low cost, es verdad que algo se mueve. Me llegó por parte de una compañera de trabajo, y menos es nada, todo hay que decirlo, aunque tengo que empaparme más del tema para poder hablar con conocimiento de causa.
Un abrazo enorme, y MIL GRACIAS por hacerme un hueco en tu día a día.
ME HA ENCANTADO EL ARTÍCULO. NO TENÍA NI IDEA DE LA TÉCNICA DE DESGASTADO DE LOS VAQUEROS.
DESDE LUEGO LO TENDRÉ EN CUENTA SIN DUDARLO.
SIGUE ASÍ IRENE, GRANITO A GRANITO ALGO PODEMOS IR HACIENDO.
Mariví, me alegro de que hayas conocido esta terrible realidad.
Poco a poco vamos haciendo un mundo mejor, sí señor.
¡Un abrazo!