
Puede que mientras lees esto ya no sean vacaciones para ti, o puede que sí, que aún tengas unos días o que no los hayas disfrutado todavía…
Puede que donde tú estés siga haciendo mucho calor, o puede que no, que ya haya empezado a refrescar.
Lo que es seguro es que los días se han hecho más cortos a medida que avanzaba el mes, y también que, inevitablemente y hasta dentro de bastantes días, aún es verano.
Lo digo porque está terminando agosto y todos los años sucede algo parecido. Ahora empiezan las secciones de siempre en los telediarios, las de ya volvemos al cole, las de cómo volver a la rutina, los consejos para no gastar mucho en la compra de material escolar… No les culpo, yo misma he escrito sobre eso en anteriores ocasiones llegado septiembre.
Pero hay algo peor que ver estas secciones agoreras cuando aún estás saboreando un helado mirando el mar: es ver que las marcas ya están mandando señales publicitarias desde hace tiempo y las biblias de estilo de otoño-invierno de las revistas de moda ya inundan los quioscos de la playa, y si nos diera la gana podríamos comprarlas con el bikini chorreando mientras volvemos a casa.
El mensaje que yo percibo es siempre el mismo: si quieres ser el primero en tener lo último, tienes que tenerlo ¡ya! Si esperas a que haga frío para comprar tu abrigo ya estará agotado, o lo tendrá todo el mundo igual que tú.
He decidido escribir esta entrada porque no me gustan las consecuencias de estos mensajes.
Por un lado, es complicado distinguir entre consumo y consumismo si no estamos bien adiestrados. Es difícil no caer en las garras de la publicidad cuando llevamos toda la vida haciéndolo (no por nuestra voluntad, sino porque hemos crecido en una sociedad que se deja llevar). Estas publicaciones pueden llevarnos a hacer compras compulsivas o precipitadas de cosas que no necesitamos.
Por otro, me preocupa que nos impongan un paso forzado, y no me gusta ver que a veces hacemos caso a estas afirmaciones, a estas modas, que nos llevan siempre a matacaballo y no nos dejan disfrutar de lo que realmente está pasando.
Así que…
- Que no te engañen, volver al trabajo no quiere decir que de repente se apague el sol y termine la estación.
- Que no te engañen, aún podrías ponerte un bikini y bañarte en el mar o en la piscina un par de semanas más. Algunos podrán hacerlo al volver a casa después de trabajar, y otros empezarán sus vacaciones ahora, y les hará buen tiempo.
- Que no te engañen, durante unos cuantos días más te apetecerá el mismo gazpacho que te apetecía ayer.
- Que no te engañen, las tormentas a final de verano se han dado siempre, luego vuelve a salir el sol y volverá a hacer calor.
- Que no te engañen, no tienes por qué comprar ropa de temporada, de la nueva colección, a toda prisa. Te garantizo que en octubre, cuando de verdad te haga falta y hayas podido analizar tu armario para ver si lo necesitas, podrás comprar cualquier jersey que quieras, no se habrán agotado.
En definitiva, que no te engañen, porque no tienes porqué vivir en el mañana constantemente, y mucho menos cuando se trata simplemente de que consumas más, de que consumas ya. No, no deberías dejar que te lleven por caminos por los que no quieres ir; no hay razón para vivir así, por adelantado.
Es mejor que te dejes llevar, que dejes que las estaciones transcurran a golpe de termómetro y de cosecha, no a base de catálogos y perchas. Que seas tú mismo quien vea si un determinado día hace temperatura para ponerse una chaqueta, no que te cuenten que ya es otoño.
Por eso te digo que no te engañen, que aún puedes aprovechar el ahora, lo que está pasando en este momento. Y lo que está pasando ahora mismo es que aún es verano.
Muy interesante este artículo 🙂
Muchas gracias por pasarte por aquí, Leon Pharma. Bienvenido.
Un abrazo,
Pues sí, aún es verano, y hay que disfrutarlo. Ya llegará el invierno…
Besotes!!!
Exactamente Margari, a veces no entiendo la prisa que tenemos por que llegue lo siguiente. Hay un tiempo para cada cosa…
Un abrazo y a disfrutar del verano.
Hola, la verdad es que la vuelta al trabajo es un poco fin de verano para mi, y como bien explicas dan ganas de salir a comprar ropa a modo de consuelo, para levantar un poco el ánimo… pero bueno, como tu dices, es mejor disfrutar del momento, todavía quedan momentos de terraza y tardes de piscina. Si nos ponemos a pensar ya en el otoño se nos hará muy largo la temporada otoño-invierno.
Un beso!
La (triste) verdad es que llegar al trabajo parece el fin de todo esto que es tan bueno, pero piensa que si trabajábamos en julio y era verano, ¿por qué ahora va a ser distinto?
Un abrazo,
Yo soy de las que pica con las biblia-revistas del otoño-invierno. Este año ya ha caído una hace unos días. Pero la ha cogido mi madre y ha hecho un análisis rápido: pero qué es esto? A los diseñadores se les ha ido la pinza! Al final se lleva TODO. Te pongas lo que te pongas estás de moda, así que sólo voy a comprar algo si me gusta mucho mucho o si lo necesito, porque total, todo mi armario está a la última
Jajaja
Eso sí que es análisis rápido!
Y yo voy a hacer lo mismo éste año!!
¡Hola Débora! Gracias por pasarte por aquí y comentar. Espero que estés muy bien.
Efectivamente, al final de año en año acaba llevándose todo. Esto que me dices me alegra mucho porque yo tampoco voy a comprar nada a menos que lo necesite. Un abrazo,
Me ha encantado el artículo. Completamente de acuerdo. Da pena ver a los niños con el plumas puesto en el mes de agosto. Las grandes superficies nos llevan a su ritmo pero nosotros tenemos la última palabra.
Muchas gracias por tu comentario, Mariví. La realidad es esa, que nosotros tenemos en nuestra mano la posibilidad de que no nos lleven por ese camino. ¡Tenemos que aprovecharla! Un abrazo,