Lo que significa cada distancia de tu vida

Lo que significa cada distancia de tu vida

Me di cuenta de esto por casualidad mientras un autobús interurbano subía una ladera de una localidad que hace frontera con Madrid. La distancia. A veces no la percibo como lo que es, a veces me creo que todo está a mano. Aunque todo empezó por causa del puente de mayo.

Para los que me leéis desde fuera de España, os pongo en antecedentes. En España llamamos puente a un día que cogemos de vacaciones cuando un festivo cae entre semana. Si no podemos coger ese día de vacaciones y alargar el fin de semana se nos pone cara triste.

El 1 de mayo es día festivo, y el 2 de mayo lo es también en Madrid (miércoles y jueves, respectivamente), por lo que había dos festivos en medio de la semana; pero el 3 de mayo, viernes, no era festivo y yo no tenía puente. Se me puso cara triste, pero lo solucioné con una idea peregrina. ¿Por qué iba a perder 5 días de estar fuera de casa, en modo vacaciones, si podía hacer como si en realidad estuviera de fin de semana largo, aun yendo a trabajar?

No, yo no teletrabajo ni soy freelance (en contra de lo que piensan algunas personas cuando leen este blog, algo que no deja de sorprenderme). Yo trabajo en una oficina, como mucha gente. La idea consistía en ir a pasar esos cinco días a una casa familiar fuera de Madrid, pero cerca, y que yo fuera a trabajar el viernes al centro de la ciudad.

Como en la zona en la que trabajo normalmente no se puede aparcar, porque no hay sitio (no es un tema de ahora ni está relacionado con las medidas anti-contaminación, en realidad no se ha podido nunca) la combinación para ir era autobús interurbano y metro de Madrid.

Nada mal. Una hora y media después de salir de casa estaba entrando en la oficina, y una hora y media después de salir del trabajo estaba llegando a casa. Para todos los días es una paliza, pero para un puente como este mereció la pena el madrugón y el esfuerzo. Pero no era esto lo que quería contarte.

A la ida no me di cuenta porque era de noche, serían las 6.30 cuando pasé por allí. Pero a la vuelta, subiendo ese cerro que te decía, vi el perfil de Madrid, que se dibujaba a lo lejos. Muy lejos. Vi la torre que a mí me sirve de referencia para saber dónde trabajo, y vi el inmenso trecho que había entre esa torre y el autobús que me llevaba fuera de Madrid.

Inmenso, de verdad. Decenas de kilómetros. Lo vi como lo hubieran visto mis bisabuelos si hubieran pasado por allí en un carro. Como quien ve un paisaje desde su ventana cuando tiene la suerte de disfrutar de una habitación con vistas.

Y pensé que yo, para bien o para mal, a veces no soy consciente de las distancias. Supongo que es por la mirada a corto que se impone en la ciudad o, porque como dicen quienes me visitan: «los de Madrid decís que todo está cerca». Es probable.

Pero en ese momento vi claro que el lugar al que iba estaba muy lejos de mi lugar de trabajo, y que una hora y media por recorrer todo ese trecho no era tiempo, en realidad, y no se podía decir que se tardase mucho. Es más, por un segundo me pareció poco, me pareció un milagro poder salvar semejante distancia en 90 minutos a base de medios de transporte que funcionan, pese a lo que pueda (o podamos) decir a diario.

Yo soy de las que, a menudo, se queja por la distancia. Trabajo bastante lejos de mi residencia habitual, y hago el trayecto en transporte público en 45 minutos, que me parecen poco porque en Madrid a cualquier lado se tarda 1 hora. Soy una privilegiada. Pero, aunque sé la distancia que hay entre mi casa y mi trabajo, nunca «les he puesto cara» a esos kilómetros, como me pasó el viernes de mayo del que te hablo.

La distancia no es un ente abstracto, me dije, son metros, kilómetros que separan lugares, es tangible, aunque se acorte a base de inventos y adelantos (gracias a Dios). Y como pasa en el caso de los residuos que generamos en casa, o de la ropa que tenemos, cuando se cuentan y se miden es cuando verdaderamente se toma conciencia de ello.

Por eso me pareció interesante traerte aquí esta reflexión. Ser consciente de la distancia que separa dos puntos nos hace conscientes también de los recursos necesarios para salvarla, que en estos momentos se traducen en (mayores o menores) emisiones a la atmósfera.

No estoy hablando de dejar de movernos. Ni de dejar de ir a trabajar, ni de nada de lo que pueda pasar por la cabeza de alguien que quiera malinterpretarme.

Simplemente me planteé: «¿Y si alguien que me lee aún no ha caído en lo que realmente significa cualquiera de las distancias de su vida?».

Y me puse a escribir este texto.

58 comentarios

  1. El mundo se ha hecho muy grande… Si mi abuelo hubiera visto es distancia desde ese monte… Igual no se hubiera planteado ni recorrerla, no le hubiera hecho falta en realidad. Tenía cerca todo lo que necesitaba. Eso me lleva a pensar en las necesidades que nos creamos y en la manera de vivir que nos autoimponemos sin darnos cuenta

    1. Hola, Sara 🙂
      Me encanta tu comentario y las conclusiones a las que llegas. Yo también me planteo eso, y creo que hacerlo es la manera de comenzar a trabajar en un mundo mejor.
      Un abrazo,

  2. Me siento muy identificada con la sensación que tuviste al ver todos esos km’s… Te entiendo perfectamente. Voy a tratar de explicar lo que me ocurre a mi desde bien pequeñita: hasta los 16 años, el mapa mental que tenía de mi ciudad, Barcelona, era mi barrio, cerca del mar y delimitado por una gran avenida. Cuando tuve que cambiar de instituto para cursar bachillerato, descubrí que más allá de la avenida de detrás de mi casa había otro barrio, que las casas continuaban. Había visto mapas, recorrido en coche toda la ciudad pero, mentalmente para mi, esas zonas no tenían conexión. Y así ha sido con toda la ciudad, hasta que no he vuelto andando a casa o en bici desde todos los sitios que pude, no descubrí lo grande que es mi ciudad, y lo fácil que es moverse por ella y llegar a todas partes. Es como si se tratara de un videojuego: hasta que no ando por la zona, no desbloqueo ese trocito de mapa!

    1. ¡Qué interesante, Clàudia! Desde luego es muy parecido a lo que yo sentí. Hasta que no lo vi no me hice a la idea.
      Muchas gracias por dejar aquí tu experiencia.
      Un abrazo,

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