Esta es una serie de entradas más personales y distendidas que estoy haciendo durante los meses de julio y agosto. Si no has leído los capítulos anteriores puedes ponerte al día aquí.
El fin de semana pasado, que fue fin de semana largo, me di cuenta de que huía (y huíamos todos, en estampida) de la gran ciudad y del mundanal ruido para ir a instalarme, aunque fuera por unos días, en un lugar más agradable para estar.
Menos calor, probablemente más familia, más amigos, piscina o mar, definitivamente menos trabajo y (seguro) más silencio también.
Salir corriendo
Para los que llevamos vidas paralelas, como esta que yo intento llevar on line, o la de cualquiera que tenga varias ocupaciones además de un trabajo a jornada completa, lo de salir fuera de la rutina después de un cierto tiempo parece indispensable para poder seguir en todo.
En mi caso, además, ese tiempo parece hacerse cada vez más corto a medida que pasan los años. Antes digamos que sabía que las vacaciones o los descansos eran trimestrales, según el calendario escolar. Ahora, en cambio, pasadas unas semanas, quizá un mes, necesito más oxígeno de nuevo.
Yo me he dado cuenta de que si no salgo, si permanezco en el mismo lugar rutinario por mucho tiempo, al final me seco, no tengo de dónde tirar, no hay forma de que salga nada bonito ni provechoso de mi cabeza. Será fatiga, será falta de ideas, será falta de luz, falta de paisajes nuevos, de calles distintas o falta de verde… o quizá algo de todo eso junto.
La nada, o el vacío
El sábado tuve la oportunidad de charlar con un escritor que me comentaba que probablemente es del vacío de donde sale la mayor creatividad. Igual que hubo un momento en que existía la Nada, y luego existió el Universo, es comprensible pensar que de nuestra propia nada pueda salir todo aquello que queramos crear.
Está claro de dónde no sale lo mejor de mi: del desorden, del ruido, del caos, de la confusión, de las dudas, de la incertidumbre, de las preocupaciones… Liberada, en la medida de lo posible, de todo lo que me abruma es cuando sale todo lo bueno.
En esos momentos es cuando puedo escribir, pensar en lo que quiero para mi vida, para este blog, programar el Boletín Exclusivo, cocinar la comida de mañana (que también es una tarea que, bien mirada, es creativa igualmente).
Liberarse es un trabajo interior y exterior
La semana pasada liberé un poco mi vida exterior poniendo un poco de orden en el lugar que habito, que sin duda es lo más sencillo aunque en ese momento pareciera difícil. El trabajo que hay que hacer para liberar la vida interior de uno mismo es mucho más complicado y requiere más tiempo, más ganas y quizá más práctica.
Hacer un poco de vacío interior es sacrificar muchas cosas, aliarse con el silencio y la paz y dejar de lado todo lo que nos ronda la cabeza. Quizá estés deseando librarte de todo eso y te parezca que va a ser sencillo, pero por experiencia te digo que aunque tengamos mil pensamientos en mente, y aunque pensemos que ojalá pudiéramos quitárnoslos de la cabeza, como son lo que conocemos es donde más cómodos estamos. Soltarlos es más complicado de lo que parece.
Salir de casa, de lo de siempre, es para mi una forma de hacer vacío interior y exterior, porque me libera de un montón de cosas. En primer lugar de todo lo que conlleva la vida diaria, obligaciones, trabajos, metros, autobuses y prisas. También cambia el paisaje y eso para mí es fundamental porque a veces me pregunto qué es lo que pretendo escribir en este blog tan verde cuando paso tanto tiempo pegada al asfalto…
Por si todo esto fuera poco, salir de casa siempre me desprende, aunque sea sólo un poco, de lo material. El equipaje limita mucho tus pertenencias. No es necesario viajar sólo con maleta de mano para darse cuenta de esto: cuando te vas de fin de semana, o cuando pasas unos días en casa de tus padres seguro que lo notas. No llevar todo contigo te libera. Es como salir de casa con un bolso pequeño en lugar de llevar uno enorme y varias bolsas: cuanto menos tengas de lo que ocuparte, mejor.
Por motivos varios este fin de semana largo se me ha hecho más corto de lo que hubiera deseado, pero estoy contenta porque al final me ha quedado un poco de espacio para mi y para lo que más quiero. ¡No está nada mal!
Espero que hayas pasado un buen fin de semana.
Ojalá puedas hacer un poco de espacio (dentro y fuera) para crear algo bonito esta semana.
Si tuvieras ese vacío, ¿qué te apetecería hacer?
¡Querida Irene! No puedo estar más de acuerdo contigo en lo que expones en este post, mil veces comentado… Para mí es fundamental tener ordenado mi espacio exterior para poder ordenarme por dentro, aliviar el estrés…
Un besito y mucho animo con tu liberación!
¡Hola Irene! Gracias por dejar tu comentario 🙂
Qué bueno que compartamos esto, con las veces que te he visto hacer esas limpiezas periódicas de la mesa hasta dejarla irreconocible. ¡Daba gusto acercarse!
Estoy manteniendo mi espacio como puedo, porque el día es largo y en esta mesa se cuecen muchas cosas, pero cuando veo mesa (madera) sé que ahí hay espacio físico y mental para algo más.
Un beso enorme,
¡Cómo estoy disfrutando esta serie de verano! En mi caso, la nada que ha sacado lo mejor de mí, siempre ha sido la que me ha puesto al límite de mis emociones.
No sé si en eso influye el ruido de la ciudad, el estrés seguro que sí…
Yo me he dado cuenta de que la naturaleza me hace bien pero no es tan necesaria para mí en este momento de mi vida. Con un pequeño contacto me recargo muchísimo. Pero tampoco podría distanciarme totalmente.
Un abrazo, linda.
¡Gracias por comentar, Nazaret! Me alegro de que hayas disfrutado de la serie 🙂
Y sobre todo gracias por compartir ese espacio límite que es tan privado, esa nada creativa.
Un abrazo,
Hola preciosa,
Cómo te entiendo, me cuesta muchísimo silenciar mis pensamientos en medio de la rutina diaria, combinando también dos vidas la online y la offline
Cuando viajo o escapo de la ciudad es cuando más sencillo me resulta encontrar la paz y el silencio tan necesarios
Este fin de semana me voy a un retiro de meditación, jamás pensé que lo haría! pero estoy segura de que va a ser una experiencia renovadora
te mando un abrazo
anabel.
Anabel, tengo ganas de saber cómo ha ido ese retiro… 😉
Espero que hayas encontrado ese espacio interior.
Un abrazo enorme,