El medio ambiente no es medio, es todo lo que te rodea

Dia del Medio Ambiente

Dice el diccionario de la RAE que medio ambiente, también el medio, es el conjunto de circunstancias exteriores a un ser vivo.

De esto se deduce que, si me asomo por la ventana, todo lo que me rodea es mi medio ambiente, aunque sea difícil de creer viendo la ciudad en la que vivo, o la manera en la que me desenvuelvo como ser viva…

Pero el caso es que lo es.

Es mi medio ambiente este asfalto, este autobús que para debajo de mi ventana a cada rato (y que, no obstante, agradezco, porque estar comunicada en la ciudad es un regalo); es mi medio ambiente el bloque de edificios de enfrente, y todos los que veo si alzo un poco más la vista.

También es mi medio ambiente el mercado de mi barrio, en el que compro los alimentos en ese difícil equilibrio entre lo que es bueno para la tierra, lo que es bueno para mi salud, lo que viene de cerca y lo que puedo permitirme.

Igualmente lo es el ocio de consumo, y esos 45 minutos de metro que tardo en llegar a mi trabajo, la prisa, el mal endémico del café para llevar (muy popular en mi edificio de oficinas), el «- ¿Quiere bolsa? – Sí, deme una»; la ropa como colección y símbolo de estatus, el último móvil anunciado en las marquesinas del autobús cuando el anterior apenas se ha desembalado.

No olvidemos las baldosas sobre las que juegan los niños de mi barrio. A través de sus juntas han crecido hierbas en los últimos meses. Pienso (no sin cierta tristeza) que eso no se parece en nada al medio ambiente en el que creció mi chico, rodeado de árboles en medio de un bosque donde se oía silbar el viento.

El Día Mundial del Medio Ambiente honra la naturaleza, a la que estamos esquilmando silenciosamente y con la aquiescencia de todos, como si con nosotros no fuera la cosa.

Pero pienso que, de todos los que vivimos en ciudades, y somos muchos, una gran mayoría va a tender a idealizar días como este, soñando con el campo, las flores, los animales, o va a caer en la tentación de pensar que esto no tiene nada que ver con su vida.

Creo que en cualquier caso sería una posición un poco desacertada.

El Día Mundial del Medio Ambiente nos interpela a todos, aunque vivamos en la ciudad. Porque el medio ambiente es todo.

Desde hace casi 6 años escribo en este blog bajo el subtítulo de «Vida Sostenible en el siglo XXI», porque siempre he tenido la sensación de que hay una parte de nuestra sociedad que piensa que llevar una vida sostenible es vivir alejado del mundo que conocemos, en una cueva o en una ermita, y de una manera hecha de clichés.

Pero podemos llevar una vida (más) sostenible en la ciudad si planteamos mejor todo lo que nos rodea, todo lo que es nuestro medio ambiente. De esa forma no estaremos en un prado, o al menos no todos, pero podremos decir que vivimos de una manera respetuosa con el planeta.

Imagina ahora que los edificios que veo incorporan formas de generación de energía renovable, que están bien aislados y que los habitan personas que reducen su consumo energético, o que son razonables, sin pensar que ellos están tan requetebién con la chaqueta en agosto mientras sopla como loco el aire acondicionado.

Imagina que redujéramos la distancia entre los lugares en los que vivimos y los que trabajamos, o donde van a la escuela nuestros hijos. Imagina la cantidad de energía que ahorraríamos sólo con evitar esos desplazamientos (este efecto se ha visto cuando nos quedamos en casa durante los peores momentos de la pandemia).

Imagina que hay más espacios verdes donde jugar y descansar, donde leer un buen libro o conversar con amigos, o pasear o comer algo en la pausa de la comida. A lo mejor las hierbas no tenían que aflorar, tímidas, en las juntas de las baldosas.

Imagina que compramos lo que necesitamos y podemos hacerlo de productores locales; o que existen marcas de ropa que fabrican con valores y criterios de sostenibilidad. Imagina que les hemos comprado, que hemos ido aupando estas iniciativas hasta que han sido más asequibles, porque cada vez tenían más público.

Imagina que nos hemos dado cuenta de que no podemos usar sólo un minuto algo que va a permanecer intacto en la tierra durante cientos de años. Un vaso, un plato, una cucharilla. Imagina que se nos ha quedado grabado a fuego, igual que decimos algo parecido sobre nuestro cuerpo cuando nos comemos un bollo con culpa. Imagina que no pensamos «total, por uno no pasa nada».

Imagina que empezamos a comprender, aunque sea un poquito, que somos parte de la tierra, que no nos podemos separar de ella, que en la tierra todo es un ciclo, y que en nuestra parte de la rueda estamos dejando todo patas arriba a los que van a venir detrás.

De todas formas vivir en la ciudad no sería como vivir en el campo, no estaríamos rodeados de naturaleza ni de lo que se nos viene a la cabeza cuando decimos «medio ambiente». Pero podría ser una experiencia que no nos enajenara de lo que realmente somos, que no nos hiciera olvidar de dónde venimos, ni por dónde sale el sol, ni que existe la luna.

Es por eso que llevo casi 6 años escribiendo en este blog. A mí me gustaría vivir en un medio ambiente así y por eso me he arrancado a escribir esto.

Ahora mismo lo que nos rodea a una gran cantidad de la población del mundo está muy lejos de poder ser considerado «medio ambiente» en los términos en los que habitualmente pensamos. Y, sin embargo, lo es, porque es el medio en el que vivimos.

Podemos hacer que nuestro medio cambie a mejor. Quizá no acabe siendo perfecto, pero mejoraría.

Esto es sólo un pensamiento que plasmo en mi blog para conmemorar este día.

Seguro que me he dejado muchísimos sueños en el tintero, muchos «imagina que» sin escribir. Pero me encantaría conocerlos todos. Te dejo la sección de comentarios para que completes a tu gusto.

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