
He pasado la mayor parte de las dos últimas semanas sin lentillas. Tuve una infección en el ojo que no llegó a ser un orzuelo y tuve que ponerme pomada antibiótica. Esto no tendría mayor importancia si no fuera porque hoy quería hablarte sobre la mujer y sobre muchas de las esclavitudes que nos echamos a la espalda, relacionadas con el aspecto físico casi todas, y he pensado que era una buena manera de romper el hielo con este artículo.
Nunca me ha importado llevar gafas. Supongo que al principio sí, cuando el shock de tener que llevarlas, pero no mucho más allá. La verdad es que desde que trabajo horas y horas delante de un ordenador he dejado de ponerme lentillas para ir a la oficina, y mis ojos me lo agradecen, porque lo pasaba fatal con ellas delante de la pantalla.
Pero el aspecto físico es algo que me importa, pese a todo, mucho más de lo que debiera. Lo sé porque aunque estoy tranquila al ir con mis gafas a todas partes, y me digo que me importa un comino todo, estoy contenta por tener unas gafas que son ponibles (por decirlo de alguna forma).
Si me lees y tienes un problema con tus gafas (o, ya de paso, con casi cualquier otra cosa), tienes que saber algo: la gente no se fija en si las llevas o no. El 99,99% de la gente que te cruzas en la calle no te ha visto en tu vida ni te volverá a ver, y a esa parte pequeña que puede que conozcas suele importarle poco que lleves gafas o no.
Otra cosa es cómo te sientas tú. Te diría que sí, que todos (más bien todas) nos vemos mejor sin las gafas, pero ni siquiera eso sería cierto, porque conozco mujeres que se sienten tan identificadas con sus gafas que se ven raras sin ellas, y les gusta su apariencia con las gafas puestas.
¿Y qué tienen que ver las gafas con la mujer y a dónde te llevo con este artículo?
Me gusta tu pregunta porque me obliga a centrarme. Verás, te llevo de la mano a una reflexión que tengo guardada desde hace tiempo. Hoy es un gran día para publicarla, porque el 8 de marzo se celebra el Día de la Mujer, y es importante que hablemos de esto.
Si eres hombre puedes quedarte si quieres, es más, te diría que ojalá te quedaras, porque todo esto nos atañe a los dos.
A veces nosotras mismas nos hacemos daño
Estoy de acuerdo en que hay muchos comportamientos machistas contra los que tenemos que luchar para que, de una vez por todas, podamos hablar de sociedad igualitaria, pero mi artículo de hoy no va de eso, porque hay mucha tela que cortar…
Dime una cosa: ¿qué hacemos con todo el daño que nos hacemos nosotras mismas, sin comerlo ni beberlo, y porque nos da la gana?
Me refiero a todas esas esclavitudes que nos encadenan porque sí, porque somos mujeres. Permíteme que utilice esa palabra (esclavitud), aunque sé que es algo muy serio que no hay que tomar a broma, porque tengo la sensación de que desde nuestra atalaya de primer mundo nos sentimos muy libres y muy por encima de muchas cosas que, en realidad, nos aprisionan cada día.
A las mujeres, en concreto, nos atan muchas cadenas que nos intentan llevar por un camino de perfección que no es de recibo.
- ¿Qué hacemos con la báscula, con la que pesa nuestro cuerpo y la que pesa nuestros alimentos?
- ¿Y con las revistas de moda?
- ¿Y con el tinte del pelo, la manicura, la depilación perfecta, las cejas, el peinado?
- ¿Y con la carrera perfecta?
- ¿Y con la maternidad perfecta? – de esto yo no puedo hablar, pero quizá tú sí…
Vamos a decirlo claro: muchas de nosotras nos sometemos a tiranías totalmente innecesarias por nuestra propia voluntad o para agradar a otros.
Queremos agradar a nuestros padres, a nuestra familia, a nuestro novio, o pareja o marido, a nuestra suegra, o incluso a la vecina o a la compañera de trabajo. Y cometemos el error de querer ir a la última moda, de intentar estar perfectas, de dedicar un tiempo que a veces no queremos dedicar a unas tareas que quizá nos traigan sin cuidado.
Eso cuando no acabamos comparándonos. Comparándonos con nuestro alrededor, o con la enésima cuenta de Instagram que hemos visitado.
¿Dónde está el límite?
Sigo pensando que este es un tema delicado, pero no podía dejar de tratarlo hoy en el blog. Es delicado porque se trata de aspectos muy personales de la vida de cada una de nosotras, y además son muchos comportamientos que tenemos muy interiorizados y muy asumidos como propios de las mujeres.
Sé que cada vez hay más hombres que cuidan su aspecto de maneras que antes eran impensables, pero seguro que estás conmigo en que eso lo consideramos como un plus, mientras que en nuestro caso se trata de tareas necesarias para (o por) ser mujeres.
Cada una es libre de pensar lo que quiera respecto a este tema, y no hay respuesta correcta, me temo. Por eso a la pregunta de «¿dónde está el límite a este tipo de tiranías?» yo me inclino enfocarme en lo importante en lugar de poner el peso en lo que no tiene ningún tipo de sustancia. Lo importante, para mí, sería:
- La salud, porque a veces hay motivos importantes por los que tenemos que coger o perder peso. En ese caso la báscula tiene que ser una aliada, no una tirana, pero no quier entrar mucho en este tema porque el peso es un tema muy complicado para tratarlo en un par de líneas.
- La comodidad, el estar a gusto contigo misma, salir a la calle reconociéndote y sintiéndote bien para enfrentar el día que tienes por delante.
- Tus gustos personales, que tienen mucho o todo que ver con aquello con lo que te sientes bien.
- El tiempo que quieres o puedes dedicar a todas esas tareas, que siempre depende de ti y es algo personal.
¡Cuídate como nunca!
Con todo lo que te he dicho antes puedes pensar que estoy diciendo que no te cuides, pero en realidad es todo lo contrario… Nos están metiendo por los ojos un tipo de mujer que, bajo la apariencia de que se cuida mucho, porque cuida su aspecto, su figura, y la perfección de todo lo que hace, descuida lo verdaderamente esencial, que es ella misma.
Lo que te estoy sugiriendo es que te cuides más que nunca. Que estés atenta a lo que te gusta, a lo que no, a lo que te hace sentir bien y a lo que te parece una pérdida de tiempo. Que selecciones con criterio qué es para ti y qué no, y que seas feliz con esas elecciones.
Haz aquello con lo que te sientas bien, por supuesto, aunque se trate de un tema relacionado con la apariencia o el aspecto físico y parezca que eso no es de personas elevadas de espíritu. Tu apariencia es importante también, en su justa medida. Pero hagas lo que hagas, que sea por ti, no porque te lo dice tu pareja, una revista, una compañera, una amiga, o incluso una madre.
Que sea por ti, porque te sientes bien, porque te gusta, porque te ves mejor.
Eso es cuidarse más.
Eso es quererse más.
Amiga, ¡vamos a querernos como nunca!
>> ¿Qué tiene esto que ver con la vida sostenible? Cuidar de ti es una parte importante de la salud del Planeta, porque muchos daños que le hemos hecho a la tierra tienen que ver con nuestra forma de vida apresurada y nuestro consumo inconsciente. Somos muchas las mujeres que estamos luchando por hacer de este mundo un lugar que merezca la pena habitar: querernos y respetarnos es un paso más.
Bueno te voy a recomendar otro libro que me gustó mucho, se llama Mujer chamán, que trata de una mujer que se tiene que ir a vivir durante un tiempo en plena naturaleza, para reconectarse consigo misma y así curar sus heridas del alma. Ah y otro Las voces del desierto de Margo Morgan, en plan parecido vivir con aborígenes australianos y conocer su sabía cultura ancestral. ???
¡Hola Caridad! Me encanta que me recomiendes estos libros 🙂 ¡Mil gracias!
Tomo nota, porque quiero leer libros como esos.
Un abrazo,
Me recuerda todo esto a lo que se suele decir de: «dedicarte un día para ti» refiriéndose a pasar el día arreglandonos. Eso no es un día para mi. Un día para mi es estar tranquila viendo una película o leyendo, o haciendo lo que me guste,vy no pasarlo depilandome o peinando me. Porque al fin y al cabo, no dejan de ser obligaciones.
¡Exactamente, Elia! Eso es a lo que yo me refiero.
Muchas de nosotras no queremos hacer eso, o no queremos hacerlo todo el rato, o más de lo necesario.
Un abrazo, y gracias por tu comentario.
Que bonito Irene y que cierto. A mi me gusta maquillarme cuando salgo en fin de semana o tengo una ocasión especial pero no me gusta a diario. Creo que nos exigimos y nos exigen demasiado para estar a la moda y lo peor al final lo consiguen. Empiezas a compararte y sufrir mucho. Yo soy madre y me he frustrado 1000 veces viendo madres perfectas con hijos perfectos. Me he frustrado como mujer otras 1000 porque yo no llego a todo como nos venden y menos tan perfecta e ideal. Porque no soy la esposa, amante, madre e hija perfecta. Porque a veces te ves tan imperfecta pero tan real… es duro y hay que luchar todos días por quererse, respetarse, por aceptar tu vida, tus circunstancias y no dejarse llevar por lo que nos venden los. Féliz día bonita
¡Hola Gemma! ¡Por fin llego a leerte, y ha merecido mucho la pena!
Gracias por compartir con nosotras (y nosotros) eso que es tan tuyo…
Amiga, frustraciones debemos tener las justas. Vamos a trabajar en ello duramente, para poder ser felices de una vez. Y lo digo también por mí, que conste… 😉
¡Un abrazo enorme!
Uno de los posts más lúcidos que he leído por aquí. Solo puedo darte la enhorabuena, y animarte a seguir así de bien 🙂
Muchas gracias por tus palabras, Fran 🙂
Un abrazo,
Muy buen articulo!…y totalmente identificada con el tema lentillas jeje
Me alegro de que te haya gustado, Cristina. Un abrazo,
Hola!
Buaaa qué verdades tan descomunales! Es una verdadera crueldad que se hagan sinónimos cuidarse con estar «presentable» según la moda de la temporada. Pero ahí están y nos limitan como amputaciones invisibles.
Yo he sido muy exigente conmigo en muchos aspectos, pero hasta que no empecé a mirar hacia dentro en mis propios términos no conseguí ser amable conmigo. Porque creo que no se trata solo de «voy a cuidarme» sin más, sino que es más importante aún cómo reaccionamos con nosotras cuando no lo hacemos. Cuando tropezamos, cuando caemos en lo que otros esperan o dejamos que la inseguridad nos coma terreno.
Sigo siendo exigente conmigo cuando no me doy cuenta, pero ahora, al menos la mayoría de las veces, me lo perdono y lo acepto como parte del proceso, para hacerme más fácil volver al camino que estaba siguiendo.
Muchas gracias por el post!
Un beso
Ame
Gracias a ti por comentar, Amelia.
Me gusta mucho lo que comentas: aceptarnos y perdonarnos. Sobre todo cuando se trata de la superficie… O así lo entiendo yo.
Un abrazo grande,