Diario de verano. Capítulo 1 – Cuidarse

Recolectora, Diario de Verano, Capítulo 1, Cuidarse en verano

Recolectora, Diario de Verano, Capítulo 1, Cuidarse en verano

Me da que el verano va a hacer que me derrita en las calles de Madrid así que he pensado hacer unos artículos más frescos para estos mese de calor abrasador y tardes de piscina (si es que la tienes).

Al principio me pareció una locura escribir algo como esto pero la verdad es que no se trata de algo muy distinto a lo que hago habitualmente. Tú sabes que escribo aquí como si estuviera en mi casa (por que lo estoy), lo que pasa es que elijo un tema para hacerlo y me ciño a él. Durante estos meses haré lo mismo, y seguiré hablando de vida sostenible, pero lo haré de otra forma que espero que te guste también. Y si no, no pasa nada.

Esta semana quiero hablarte de algo tan importante como cuidarse. Cuidarse es un verbo reflexivo, quiere decir que tú te cuidas a ti, nadie puede hacerlo en tu lugar.

Cuidarse cualquier día es muy importante. Cuidarse en verano, ni te cuento.

Yo soy de esas personas que han sido entrenadas para dar la talla siempre. Lo de bajar el ritmo me suena mal a base de llevar grabado en la piel que hay que tener más espíritu, o lo que es lo mismo, que hay que darlo todo, pase lo que pase y caiga quien caiga. Si eres como puede que esto te interese.

Ha sido recientemente cuando me he dado cuenta de que el tiempo afecta a cómo me siento. Antes notaba ese efecto pero mucho menos pronunciado, o quizá es que no hacía mucho caso a las señales de mi cuerpo.

Antes (tampoco hace tanto de esto) no notaba la ausencia de luz en invierno porque las clases tenían ventanas y al menos entre clases podía ver la luz del sol. Luego comencé a trabajar y supe que no todas las oficinas tienen esas ventanas por las que uno puede ver en qué posición está el sol, o si llueve o está nublado. Y me di cuenta de que la falta de luz del invierno ya no me gustaba tanto como antes.

Antes (y de verdad que tampoco hace tanto de esto) pasaba los meses más calurosos descansando. Y cuando empecé a trabajar también. No tanto, no tantos días, pero también tenía un tiempo reservado para el descanso cuando el calor apretaba más, y aprovechaba esos días para huir de Madrid o para ir la playa. En esas circunstancias el calor no afecta igual al cuerpo, o el cuerpo lo percibe menos, no lo sé bien.

Ahora mismo me encuentro en un momento de mi vida en el que sé que no tengo escapatoria: pasaré el verano en la ciudad. Por eso me he planteado cuidarme mucho.

No he tenido mucho éxito en mis primeras semanas. Me da que cuidarse no es tan sencillo.

Beber a todas horas

Lo de beber mucho líquido lo llevo un poco mal. No es que no me guste pero resulta que si estoy todo el día bebiendo tendré que estar todo el día levantándome al lavabo. Es una cuestión de física elemental. Eso bajaría mi productividad en el trabajo.

Luego sucede que cuando llego a mi casa, cuando ya estoy más tranquila y más a gusto, se me olvida beber agua. ¡Genial!

La siesta es sagrada

Por otra parte está el tema de bajar el ritmo en verano porque el cuerpo lo pide. Me lo recuerda mi chico cada día. Yo hago lo que puedo, no creas que no lo intento, pero no me resulta posible. Eso de estudiar las circunstancias en cada momento y actuar según el tiempo, la luz, la temperatura… no es algo que me hayan enseñado. Ya te lo decía arriba: yo estoy entrenada para dar la talla en cualquier circunstancia.

Lamentablemente por más que mi cerebro quiera comportarse igual que siempre, mi cuerpo dice que ni hablar y hace un poco lo que quiere. Ayer me di cuenta a las 6 de la tarde de que, por accidente, había cerrado los ojos en el sofá durante un minutito. ¡Un minutito que en realidad fueron 30!

Ese invento tan estupendo…

Cuando intento contrarrestar los efectos del calor tampoco suelo tener muy buenos resultados. Por mucho que el verano acabe de empezar yo ya he tenido un par de días de dolor de garganta y medicamento por culpa del aire acondicionado.

Me han dicho que es que el aire está justo encima de mi mesa de trabajo, y como la mesa no la puedo mover he resuelto que cuidarme, en este caso, significa llevar la chaqueta a cuestas hasta septiembre.

No me importa, que conste. Entiendo que no todos tenemos la misma temperatura corporal. Por ponerte un ejemplo te cuento que donde yo estoy bien mi padre se asa de calor; y cuando yo tengo frío en casa él va remangado. Son cosas que pasan.

Qué complicado lo de cuidarse, sí…

Para no ir como un cohete por la vida yo leo los blogs de Universo Flow y Slow Lou, que me ayudan a ir un poco más lenta. Voy poco a poco, aprendo y reflexiono sobre lo que cuentan y los temas que tratan. Si quieres aprovechar el verano para cuidarte en ese aspecto, ahora que parece que el ritmo baja, creo que puede ser un buen momento para entrenarte.

Para beber más (y mejor) sigo haciendo algún que otro refresco en casa. Mis favoritas son las infusiones frías; la de hibisco me gusta mucho.

Cuando me despierto sobresaltada de la siesta pensando que he perdido media tarde, o culpándome por no haberme hecho un café para haberlo evitado, me recuerdo que descansar es muy importante. Me cuesta, te lo prometo, porque voy por la vida en modo hacer, intentando tachar cosas de la lista en cuanto puedo. Pero intento recordármelo.

Y para el dolor de garganta ya te he contado que siempre llevo la chaqueta a cuestas. Es muy útil, no solo en la oficina. Cuando entras en algunos restaurantes no hay quien coma del frío que hace, y si tienes la suerte de entrar en un vagón de metro vacío también puede ser que te toque aire frío dentro. Nunca se sabe… Lo peor de ese aparato es que no suelen estar muy regulados y, aunque lo estén, nunca llueve a gusto de todos.

Cuéntame:

¿Cómo te cuidas en verano?

¿Pones especial cuidado en algo en concreto?

¿A qué retos te somete el calor y cómo los afrontas?

6 comentarios

  1. El calor lo llevo fatal. Me gusta más el invierno, aunque también es cierto que aquí los inviernos suelen ser suaves. Y a pesar de ser tan calurosa, los aires acondicionados tampoco me gustan mucho, que siempre termino con la garganta pillada y con dolor de cabeza. Lo de beber agua también se me olvida… Pero también es cierto que si bebiera los dos litros de agua que recomiendan, tendría que poner la oficina en el cuarto de baño. Si bebo poco y voy un montón de veces! Cuidarme… Bueno, ahora me voy a andar más tempranito, a la fresquita. Evito las horitas fuertes de calor. Incluso cuando voy a la playa voy tempranito, y a la una ya estoy en mi casita. Y si voy por la tarde, a partir de las seis, que ya el sol no está tan fuerte. Y mi casa, con persianas hasta abajo cuando el sol está dando y ya por la noche las subo para que entre el aire.
    Besotes!!!

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *